Editorial | Nosotros, los de entonces

648
0
Hace 100 años en los campos de Guanajuato, entre Celaya y León, terminaban los combates más sangrientos de la Revolución Mexicana. Tantos muertos hubo -cerca de veinte mil, según algunos- que se decía que los zopilotes ´nomás se comían de coronel para arriba´.
Nadie desea otra guerra civil en México pero no deja uno de añorar a aquellos patriotas que dieron todo, hasta la vida, en una lucha por ideales, por crear una país mejor para sus familias, una nación de justicia y libertad.
Los mexicanos que combatieron entonces, unos bajo el mando de Villa y otros obedeciendo a Obregón, jefe militar del carrancismo, habían peleado casi cinco años de manera ininterrumpida realmente. Eran campesinos, obreros, comerciantes, maestros, convertidos en soldados por la necesidad de mejorar sus condiciones de vida y el hartazgo del sometimiento a una élite abusiva y corrupta.
Hoy la lucha armada es inviable porque las élites en el poder real han refinado sus métodos y en ese sentido son invencibles. Pero hay otros métodos y pueden surgir otros líderes del tamaño de aquellos que transformaron México hace un siglo.
Las condiciones en que viven las mayorías empiezan a ser desesperadas y los brotes de rebelión se multiplican. La alternativa a la revolución violenta, que no es exactamente lo mismo que la armada pero que tampoco es deseable, es la democracia. Pero no la formal de INEs, partidos falaces e instituciones inoperantes, sino otra, diferente, que tenga como objetivo abatir la desigualdad, combatir la corrupción y eliminar la impunidad.
No olvidemos que los mexicanos de hoy seguimos siendo los de entonces cuando perdemos la esperanza.
José Luis Pandal

El comentario ácido, irónico, informado y puntual de José Luis Pandal, que aborda temas políticos y de la vida cotidiana.

DEJAR UN COMENTARIO

¡Por favor escribe tu comentario!
Por favor escribe tu nombre aquí