Editorial | Un ciudadano no tan común

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No hay un protocolo de comportamiento para los ciudadanos que hayan ocupado -haiga sido como haiga sido- la presidencia de nuestro País. En ninguna parte dice qué pueden o no pueden hacer en el uso de sus derechos políticos, por ejemplo. Hay, sí, algunas prevenciones, para ex funcionarios de gobierno en general, no específicamente para ex presidentes, que les impiden, en teoría, emplearse en compañías privadas con la que hayan tenido trato para evitar conflicto de intereses -esta de moda esta figura- pero no les hacen ningún caso.

Felipe Calderón anda en campaña, tratando de recuperar el control del PAN, buena parte de cuyos militantes han repudiado su actuación y se lo han manifestado de muchas maneras, particularmente no apoyando a sus incondicionales cuando tratan de acceder a puestos de gobierno partidista o a candidaturas diversas; el caso de su hermana en Michoacán es diferente, la dejaron pasar porque saben que no tiene ninguna oportunidad de ganar, además de que nadie quería recibir la papa calentada por el llamado ´michoacanazo´ y otros agravios durante su sexenio que ensangrentaron el estado y destruyeron el tejido social y la paz pública para nada.

Pese a ese repudio panista, pese a su ineludible responsabilidad en el baño de sangre inocente en su gobierno, Calderón anda en campaña y su objetivo es llevar a su esposa –´espejo de mujer mexicana´ la llamaría probablemente Jorge Ibargüengoitia– a la presidencia de la República ´haiga de ser como haiga de ser´.

Ya decía que no hay ley que le impida hacer grilla electorera -la política es otra cosa y no la hizo cuando debió y pudo, al ocupar la presidencia- pero me parece poco ético, inmoral, que contando con un salario enorme y una serie de apoyos económicos también muy onerosos como la custodia del Estado Mayor Presidencial para él y no se cuantos miembros de su familia, pagados con dinero del erario, o sea, de todos los mexicanos, se dedique a apoyar a facciones en sus particulares ambiciones de poder. También me parece vil que descalifique a sus adversarios con la cantaleta de que son un peligro como acaba de hacer en Nuevo León con el candidato ciudadano que crece inconteniblemente.

El señor Calderón no es un ciudadano común, debía quedarse quieto y callado agradeciendo a Fox y a sus muy bien retribuidos patrocinadores el haberlo llevado a un puesto que no merecía ni honró.

La Historia lo juzgará y no hay modo de evitarlo.

José Luis Pandal

El comentario ácido, irónico, informado y puntual de José Luis Pandal, que aborda temas políticos y de la vida cotidiana.

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