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La otra gula (segunda parte)

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Generalmente aprovechaba los recesos de la banda para bajar a comer algo, echarme un trago y luego retomar la “bataquiza” que, para el segundo turno de media noche se tornaba más leve, con baladas y boleros para dar pie a un ambiente más cachondo.

En tanto eso pasaba, arribó al Dos Naciones el Takeshi, un tipo rudo, alto, robusto y mal encarado; de esos tipos que aparentan ser malosos, pero en el fondo no lo son; a pesar de tan distinguido talante, era de esos que en las pachangas y toquines, siempre cuidaba a los más chicos cuando se armaban los trancazos.

A pesar de que el Takeshi es un tipo que da miedo, me daba gusto verlo, en el fondo era buena bestia y muy divertido; así que en esa ocasión se acercó a mi mesita, me gorreó un trago y muy serio se acercó y cuchicheó “¿todavía estás con eso de que quieres conocer lo peor de lo peor?.

-Por supuesto, ¿dónde tienes que ir o qué rollo?- le contesté frenético.

“Tengo que ir por un encarguito, vamos a Tepito”.

La idea de ir a ese lugar  de noche, así de golpe asusta, sin embargo tenía un guía de gran confianza por lo que me aventé a acompañar al “gordote” a uno de los infiernos más gruesos que he atestiguado.

Yo creo que me el buen Takeshi me vio medio asustado, porque durante el trayecto dijo muy serio “tranquilo carnalito, no hay pex, la cosa está leve, ya le dieron de comer a los perros (supongo se refería a la policía) y están contentos”, acto seguido soltó una carcajada que, si bien no me quitó la exaltación, sí aminoró la sensación de estar en riesgo.

El punto es que fuimos a una enorme vecindad, en la calle de Peralvillo, en frente del famoso Correo Español, algo así como el palacio del cabrito en “chilangolandia”.

En verdad que de noche cambia mucho, es una zona lúgubre.

El edificio de la vecindad es un gran rectángulo de dos pisos con un pasillo central que atraviesa toda la manzana, iba de Peralvillo hasta la calle de Jesús Carranza; estaba derruida, sin embargo, las escaleras al centro del pasillo,  para acceder al segundo piso de ambos lados del predio le daban cierto encanto.

Finalmente llegamos a una vivienda adaptada como picadero, donde supe cuál era el encarguito que tenía el Takeshi.

Si quieren saber cuál era el mandado del gordo, se las prometo la próxima semana en la tercera parte de este primer viaje al infierno de la otra gula.

Foto: El País

Arturo Cravioto

Arturo Cravioto

Habiendo tantas cosas interesantes de qué escribir, los vamos a aburrir un poco. Para aquellos que pudieran tener alguna curiosidad sobre esta “rata de ciudad” les informo que soy comunicólogo y algo de músico por formación.Leer más

4 COMENTARIOS

  1. Estupendo Cravioto esperaremos el proximo desenlace de tus aventuras con el GORDOTE; por cierto no faltes en los jueves Retro, ya que tu ausencia se nota.

  2. Gracias Martín, te agradezco el comentario y te prometo que la aventura con el Gordote te va a divertir y también haré hasta lo imposible pa no faltar en los jueves retro…

  3. Gracias vida, espero no te guste la tercera parte de la cual solo puedo anunciarte que es la más gruesa, a penas vamos bajando al infierno

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