Esas brujas gringas

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Ya llevo en este lado del charco un buen rato; sin embargo, aunque he estado acá un ya significativo montón de días, pude conocer una fecha importante para la cultura gringa; Halloween.

Los gringos podrán ser consumistas, tener humor simple, secos, creer que el 5 de mayo es la independencia de México, o que en Colombia la mariguana abunda tanto que los perros tienen huesos de juguete, hechos a base de este material, sin embargo por lo que vi, para tomarse en serio la celebrada del 31 de octubre, ellos se pintan solos.

Hago a este punto una aclaración; hablo del 31 de octubre o Halloween no día de muertos así que evítense comentarios como: «este inculto o que ya me volví un yanqui imperialista blablablá».

Empecemos por el lugar: trabajo cerca de en un centro comercial abierto; Lincoln Road mall, ocho cuadras de negocios, restaurantes, tintes vagos de cultura y arte en todas sus versiones, además de gayfriendly place. Ocho cuadras donde todo el mundo se reúne a pasear, comer, caminar, emborracharse y lo más importante, disfrutar.

En este día todos quieren pasarla bien y muchos se esfuerzan en impregnarse completamente del ambiente hallowenezco, la cantidad de disfraces que uno ve para ser un lugar de ese tipo es increíble, hay bares que dan premio al mejor disfraz, sin embargo el asistir con el no es obligatorio.

El ochenta por cierto de la gente altera en mayor o menor porción su look, hay desde el típico consumista que gasta más de lo que gana en una semana de trabajo, para ponerse un traje que sólo usará ese día. Hay quienes son muy creativos y con un par de cosas logran algo ingenioso. Otros se van por lo simple. Algunos apuestan por lo retro y otros más se van por lo absurdo y grotesco. Las abuelitas se disfrazan y ponen adornos a sus sillas de ruedas para que vayan a tono con su look; los perros son vestidos de forma muy simpática y eso parece gustarles, pues aunque no tienen idea de que pasa, las acariciadas y apapachos se duplican. La gente se mete en el espíritu del día de brujas. Directa o indirectamente, la publicidad y marketing, son más duros en esta época que incluso navidad.

Como decía, los disfraces comunes no se hacen extrañar, los mineros se hicieron presentes con o sin capsula. Había de Avatars bien hechos a Avatars que no conectarían con su banshee ni porque fuera el último ser vivo en Pandora. Los negros (renglón libre de racismo, pero son ahora más gringos que africanos y no considero decirles americanos sólo a los que viven acá, por lo tanto tampoco me cuadra el afroamericano) tienen fama de perezosos, y eso no es cierto, muchos se lucieron con sus disfraces. Claro que los demás perezosos optaron por lo simple y se vistieron de “Tiger Woods” habían golfistas para llenar todos los hoyos del planeta, en cualquiera de los sentidos que lo piensen.

La gente caminaba, se encontraba con alguien que se veía bien y pedía fotos, era una orgia de flash y sonrisas; policías se encontraban con ladrones y venga una foto; policías con otros policías, venga una foto; policías con ¿aliens? no hay lógica, pero venga una foto más. Y así sucesivamente con cualquier elemento que llamara la atención de la pupila distraída.

La calle se fue llenando y llenando de más gente, hasta que llego un punto que parecía marea de zombies, máscaras y ambiente, ya que lo que más sonaba en la calle eran los alegres beats que lo bares regalaban al mundo.

Dieron las 3 de la mañana y había todavía rastros de celebración, aunque ya no con la fuerza de un par de horas atrás, pues ya decía que los gringos se caracterizan por ser secos, celebran el momento y listo, se van tan rápido como quien avisa de amenaza de bomba.

Todo eso lo percibí con mis ojos al natural, pues a este relatador no le dio la gana de disfrazarse este año, aunque la verdad me arrepiento. A estas alturas, no estaba seguro de lo que vería y al final el ambiente me absorbió, aunque ya era muy tarde. De lo que sí no me cabe duda es que el año que viene me uniré al mar de «asustadores», en esa noche interesante, donde todos son “amigos”, todos se divierten y se olvidan del ayer y del mañana, sólo se preocupan por pasar bueno ese momento.

Alejandro Cadavid

Alejandro Cadavid

¿Cómo me podré describir sin sonar extraño? Aunque, ahora que lo pienso, soy extraño. Cinco años de universidad me han dejado con esquilas creativas en mi cerebro y pocas palabras en mi boca, sólo que cuando hablo, no es para recitar poesía precisamente. Leer más

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