“Allá arriba” debe ser un lugar enigmático. Imagino que debe haber un círculo iluminado suspendido en el aire, que revela –mediante una suerte de telepatía– el camino que se debe tomar en el mundo de las decisiones.
Afortunadamente “allá arriba” nos guía y determina con total autoridad los pasos a seguir. No debemos preocuparnos por pensar mucho, ni por buscar alternativas. Todas las respuestas vienen de “allá arriba”.
Ahora, si la orden viene de “allá arriba” es imposible discutirla. En resumen, “allá arriba” es una deidad digna de componerle grandes melodías, sentidos pensamientos, halagadores encabezados o lambisconas columnas. Todo es poco.
Frases como “no me gustaría que así fuera, pero la orden viene de allá arriba”; “ya me dijeron de allá arriba que mandes tus papeles”, han sido una constante en los últimos días. Digamos que “allá arriba” sería “trending topic” sin problema.
No es nada sencillo. El ritual de informar que un ser superior ha dado una orden, lleva una serie de expresiones, que le dan sentido e importancia. Veamos.
El tiempo que lleva decir “allá arriba” debe ser el suficiente para mover los ojos hacia arriba, abrir las manos y levantar los hombros. La lectura es: no hay nada qué hacer, es una orden irrefutable.
“Allá arriba” puede medir metro y medio o casi uno noventa. Puede ser claro u obscuro. Es como lo quiera imaginar, bondadoso o malvado, da igual. Lo que no debe dudar, amable lector, es que existe. No es una leyenda urbana. No es un “chayo” que no deja huella. Es tan real como Pitbull diciendo “dale cosa rica”.
En fin. Vienen años en que algunos se encomendarán a “allá arriba” para que les vaya bien; otros lo harán para que no les vaya tan mal y unos más para que no les pongan la de la “Juventus” y vean a través de los “cuadritos”.
Foto: bostik
Manuel Frausto Urízar
Mi querido Manuel te comento y te comparto…
Yo ya estuve «allá arriba» en los dos sentidos a los que te refieres. Te comparto.
Cuando tenía aproximadamente cuatro años de edad los médicos pediatras me desauciaron y le recomendaron a mi pobre madre que preparara una mantita blanca… el hecho es que en un momento ví a mi madre junto a mí tendido y fui subiendo subiendo (Tenía cuatro años) recuerdo toda la experiencia. Ya estando «allá arriba» la sensación fue plascentera. Pero escuché una voz que me decía que debía volver… y así «resucité» en brazos de mi madre.
En el otro sentido de la expresión te comparto que fui parte del Cuerpo Diplomático del Consulado General de México en Chicago y estuve a cargo de cientos de proyectos encabezados directamente por «Los de arriba»… no doy nombres porque me quemo políticamente. El hecho es que recibí las órdenes, felicitaciones y conviví con los de arriba en las grandes alturas… el resultado fue un gran vacío. Tanto poder, tanta riqueza, embriagan y enloquecen. Terminé sabiamente por volver al nivel humano y convivir con hombres y mujeres de carne y hueso… y hartas mujeres con harta carne…jajaja…
Los recuerdos quedan para siempre, son un tesoro que nadie te puede quitar. Pero la experiencia también te retuerce los comillos, así que cuando necesites algo importante no acudas con los de abajo por más influyentes que parezcan…no…ve directamente con «los de arriba»…tal vez en su infinita misericordia se apiaden de tí y te escuchen y si tienes más fortuna te contesten…jajaja…
Un abrazote y te sigo leyendo…Diego.