Faltan cuatro años para el siguiente mundial, la espera se me hace larga. Quiero ver a mi equipo de playera verde y de short blanco. Con jugadores que sepan meter la pierna y alzando los brazos en señal de triunfo. Sin temer a los rivales, enfrentando con gallardía a la garra celeste, a la naranja mecánica o al rival que se presente.
Con la delantera que suba y baje según lo requiera el partido. Que el parado del Tri guste a los aficionados. Que ante ningún rival el equipo se vea chico y me lo echen para atrás.
Porque en otros países pensarán: «Chile, la mejor selección de la primera ronda», «Argentina, el mejor de Sudamérica». Pero nosotros sabemos que tenemos los argumentos para vencer a los equipos fuertes. Los juegos de la selección cafetera en el mundial, los ha colocado como un rival a vencer en el continente.
Brasil era un selección que esperaba estar a la cabeza en su mundial. No fue así. Los aficionados se sintieron ofendidos de haber gastado tanto para la Copa del Mundo. Tomaron las calles, protestaron.
Tengo confianza en México. La esperanza se renueva. Porque el que busque encontrará, el que llame se le contestará y el que toque se le abrirá.
¿Se entendió?
Tú muy bien 🙂