Hay cosas que no me explico. Me entero que un jugador de futbol profesional en Nueva Delhi perdió la vida en un festejo. Resulta que el «hoy occiso» anotó un gol y cuando daba varias piruetas que reflejaban su felicidad, cayó con la cabeza y murió.
Y se han dado casos en que los festejos de un gol terminan con lesiones. Recordemos el de Martín Palermo que gritando un gol con los aficionados se desprendió parte de la tribuna que lo lastimó al grado de dejar las canchas por un buen rato.
Un caso más, en Brasil; un jugador que anota por primera vez, festeja con saltos y en la caída se lesiona.
Ante estos casos me pregunto. ¿Realmente será necesario hacer tanto «dengue» por haber metido un gol? ¿Qué habría sido de la carrera de jugadores como Pelé y Maradona si sus festejos hubieran sido tan espectaculares? Ellos anotaron tantos goles que mostraban su algarabía dando un puñetazo al viento.
No tenían que besar una pulsera, chuparse el dedo pulgar, formar un corazón con la mano, meterse el balón debajo de la playera, bailar (en algunos casos de manera horrenda) una coreografía con otros integrantes del equipo. No, los grandes no hacían eso. Es mas, no festejaban tan escandalosamente anotar un penalty.
Por lo menos no recuerdo a Carlos Poblete ni al «Mortero» Aravena hacer esas payasadas. Y ellos sí aparecían constantemente en los marcadores. Ahora, hasta de rebote y porque se tropezó, cualquier jugador que anota, hace alguna de las payasadas mencionadas.
Pero sin duda, más allá del mal gusto y exageración en los festejos, un jugador que pierde la vida de esa manera, es suficiente para reflexionar sobre los excesos que la gente ve y luego imita.