México es un país curioso, sin duda. Muchos extranjeros se sorprenden de costumbres como la de comer comida picante ¿para qué se enchilan y después toman líquidos para combatir ese picor? se preguntan; sería más lógico no condimentar así los alimentos y ahorrarse ese sufrimiento, paralelo al placer de degustar los platillos.
Pero los mexicanos somos así. En esta época electoral, por ejemplo, un gran porcentaje de compatriotas –el sesenta por ciento o más, según algunos– no planea votar por nadie, ni siquiera se plantea la posibilidad de hacerlo y mucho menos de averiguar primero en que distrito vive y después quienes son los candidatos a diputado por esa demarcación. Con esa omisión cívica, siempre justificada por pretextos como ´para qué, si nada cambia´ y similares le dejamos a los políticos profesionales el campo libre para que con nuestra representación -nos representan por omisión, podría decirse- hagan lo que se les de la gana con nuestros derechos y nuestros bienes nacionales.
Ahora bien, cuando privatizan el petróleo (con reformas constitucionales confusas y tramposas) o atentan contra nuestro derecho a la información (provocando el despido de algún periodista, Vivó, Pedro, Carmen o cualquiera) nos molestamos mucho -aquí es donde nos enchilamos- y llamamos a juntar firmas -aquí es donde tomamos líquidos- para impedir esas acciones.
Me pregunto ¿no sería mejor votar, así sea por el que nos parezca menos malo, que llamar a firmar papeles inútiles contra los palos dados? Tendríamos que buscar como obligar a nuestros votados a verdaderamente consultarnos y obedecernos lo que no es fácil, lo se, pero en una de esas, lograríamos impedir que nos agravien con sus pactos y acuerdos en lo oscurito. Me parece menos ocioso que juntar firmas.
Cuando Maximiliano pidió que los mexicanos se manifestaran en su favor para aceptar el trono, los conservadores le llevaron gran cantidad de papeles llenos de firmas de adhesión al Imperio, lo que nos recuerda que es una forma muy mexicana de hacer política.
Ojalá nos recordara también para que sirvió la tal forma.
Ah, pero eso sí cuando andan de candidatos ahí están de zalameros dándole la mano a cualquier persona que pasa cerca de ellos, diciéndole a todo mundo que son las mas blancas palomitas y son amigos hasta del perrito del vecino del ultimo piso; y ya cuando están en su curul ni se acuerdan de quien votó por ellos y menos se aparecen por sus distritos y demarcaciones, y sólo ven de lejos a sus congéneres desde la soledad de sus camionetotas y ahora de sus lujosos helicópteros Augusta.
Seria bueno que cualquier propuesta que ellos hagan en sus legislaturas antes fueran consultadas con sus representados, creo que ello se llama plebiscito, y dejaran de hacerles el caldo gordo a sus partidos, empresarios y a los círculos rojos y verdes.
Quien dice yo o díganme “donde firmo”.