Continúo con esta reflexión relativa a lo que el ciudadano puede hacer para que su voto tenga utilidad, que aporte al desarrollo democrático de México.
Decía que votar por los partidos pequeños, y el ´grande´ que esta en franco deterioro, es inútil; lo único que se logra es seguir manteniendo parásitos – carísimos, por cierto – y pervirtiendo la democracia, porque otro efecto pernicioso de estas mafias políticas es que impiden el desarrollo institucional de verdaderas expresiones políticas, ambientalistas, sindicales o de derechos humanos, por ejemplo.
Así que creo que lo primero que tendríamos que hacer sería quedarnos con solo tres partidos, PAN, PRI y MORENA. Hago la aclaración de que a mi ninguno de los tres me parece admirable y sin tacha, ni mucho menos, pero esta es una reflexión pragmática, que parte de la realidad y no de una fantasía ideal.
En estos partidos podrían caber las principales corrientes de pensamiento contemporáneas: la democracia cristiana en el PAN, aunque sobra fanatismo y falta inteligencia crítica; la social democracia en el PRI, aunque sobra soberbia y falta solidaridad; y la emergente izquierda ambientalista y defensora de los derechos humanos en MORENA, aunque sobra caudillismo y falta confiar en la gente común. Claro que estas suposiciones se ubican en esa fantasía ideal, lo acepto, porque en la cruel realidad lo que tenemos es ambición, corrupción e impunidad en todas partes. Pero estas organizaciones son las únicas que cuentan con verdadera militancia, de un modo o de otro, para bien o para mal.
El caso es que sería más fácil exigir resultados y vigilar el comportamiento de tres partidos que de diez, más fácil castigar o premiar con el voto a tres que a muchos que confunden a la sociedad, más difícil para los políticos hallar refugio en organizaciones cuasi familiares cuando incumplen con sus propuestas y compromisos.
Para dar cabida a expresiones válidas de liderazgo que son rechazadas por los partidos políticos no debían crearse otros, onerosos e ineficaces, sino un mecanismo de participación ciudadana independiente, sin las absurdas restricciones que hoy existen y que pusieron esas mismas organizaciones en defensa de sus privilegios. Por cierto, que no creo que se pueda combatir la partidocracia mafiosa ¡creando otro partido! En un escenario de este tipo, con pocos partidos, bien identificados, sí serviría el voto nulo para exhibir el descontento o el hartazgo ciudadano.
Claro que un país tan grande y con tal diversidad económica, social y hasta étnica como el nuestro, debería desarrollar organizaciones regionales que en un momento coincidan en asuntos de interés nacional y en otros atiendan lo particular y específico de sus comunidades. La verdadera transformación de México no vendrá de los partidos políticos, sino de un movimiento ciudadano amplio, plural y democrático que se sirva de las agrupaciones políticas en beneficio de los más y no al revés, como sucede ahora. Pero para eso falta mucho.
Por lo pronto, le invito a pensar en lo que aquí planteo y a tomar una decisión que provenga de un análisis personal sincero, no de la propaganda o el fanatismo, una decisión meditada.Haga que su voto sea útil, opte por una de esta cuatro posibilidades: anular, PAN, PRI o MORENA.
Lo que sigue es la organización ciudadana, pero primero hay que deshacerse de tantos parásitos como sea posible. Para eso puede servir esta elección del 2015.