Normalmente, la gestación humana requiere de nueve meses para que se logre un producto sano, fuerte, completo, que empiece la vida con buenas probabilidades de éxito. A veces se adelanta el nacimiento, siendo más frecuente el alumbramiento de bebés de siete meses que de ocho, por cierto. A estas criaturas se les suele llamar sietimesinos y aunque tienen posibilidades de lograrse, empiezan la vida con cierta desventaja. Es que para todo se requiere cierto tiempo.
En el caso de la llamada minigubernatura en Puebla, que durará por ahí de veinte meses, las expectativas de una gestión exitosa son escasas, aunque no es imposible que se hagan bien las cosas; lo único que hace falta es que gane el candidato que designe el gobernador
Porque si el triunfador es parte de la oposición, va a tener muchas dificultades y poco espacio para la maniobra política. Le faltará tiempo, sin duda, no podrá hacer nada trascendente.
Tendrá un Congreso adverso y controlado por el ex gobernador, porque la mayoría de los diputados y las diputadas actuales son meras marionetas, muy mediocres, incapaces de tomar decisiones en bien del Estado pues su compromiso es con quien los inventó, o sea el actual mandatario. Tampoco encontrará colaboración en los presidentes municipales que también le deben la chamba, en la mayoría de los municipios grandes, a las alianzas políticas – que más parecen complicidades pragmáticas – pactadas en el último proceso electoral estatal.
Claro que las traiciones son una esperanza para el gobernador veintimesino si proviene de la oposición. Sabemos que las lealtades políticas duran mientras el poderoso puede y que después los más abyectos lambiscones hoy, se convierten en los más encarnizados críticos de su hacedor mañana, particularmente cuando son personajes tan menores como los que abundan en este sexenio. Hasta en los medios de comunicación más sumisos y beneficiados por el actual gobierno, se percibe ya la sutil preparación para la maroma que permita volver a caer bien parados como siempre, tratando de mantener la fachada de imparcialidad tan cuidadosamente construida,
El caso es que si analizamos objetivamente esta absurda decisión de tener una administración estatal de veinte meses, necesariamente llegamos a la conclusión de que a los poblanos no nos conviene de ningún modo; nos va a salir más caro el caldo electoral que las albóndigas de gobierno.
Todavía hay tiempo y forma, de alargar el periodo del próximo gobernador tres años más, que es lo lógico. lo que conviene a Puebla.