En la más reciente película del tapatío Manolo Caro, Lucio (Sebastián Aguirre) tiene 16 años; Martina (Ximena Romo), 17. Se conocen en el Instituto y lo suyo es de química inmediata: amor a primera vista. A partir de eso se hacen inseparables, en medio de gente que o les envidia, o les cela o sólo les observa. Justo cuando parece lo contrario, todo empieza a ir mal porque el entorno malinterpreta y “reprueba” la libertad que ellos buscan. Les separan, en circunstancias que ellos mismos confunden o no entienden. Pero esto es tan sólo lo que les pasa a inicios de los 90s. Mientras se nos cuenta, también se nos deja ver un segundo tiempo fílmico, de 25 años después: Lucio (Manuel García-Rulfo) y Martina (Cecilia Suárez) se encuentran por casualidad en San Miguel de Allende. Nerviosos y a la defensiva, ambos se inventan frente al otro una vida feliz, plena, que no tienen. Pero las mentiras siempre caen por su propio peso, según demostrarán los eventos de las horas siguientes. Y es así –alternando esos dos tiempos de adolescencia y “madurez” de los personajes– como se nos cuenta La vida inmoral de la pareja ideal. Releo y suena a melodrama; pero se trata de una comedia romántica de enredos, con ciertos aromas de Almodóvar, por cierto.
Manolo Caro es el realizador de No sé si cortarme las venas o dejármelas largas, Amor de mis amores y Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando. Si las tomamos como referencia, podría decirse que cada vez filma mejor. Aun así, en este su 4º largo de ficción Caro “sobre-cocina” su trama haciéndola más compleja de lo necesario, lo que no sólo riñe un poco con el tono de comedia, sino que además hace sentir que los giros se le van de las manos (en especial, en el 3er acto). Por eso te queda una impresión final de que entendiste los sucesos, pero sólo en lo global; los detalles finos (es decir: algunos porqués centrales) terminan perdiéndose en el maremágnum de recuerdos, reclamos y motivos que Lucio y Martina –en su versión “cuarentona”– dejan salir, cual torrente de presa que se revienta. No obstante, La vida inmoral de la pareja ideal, irregular y todo, es en balance una cinta bastante visible, muy cobijada por la siempre excelente Cecilia Suárez, una de las mejores y más versátiles actrices de este país. Desde luego, para la construcción del universo de la película hay más aportes: la fotografía de Tonatiuh Martínez; un soundtrack pop estupendo; los co-protagónicos de Ximena Romo, Mariana Treviño y Paz Vega; y hasta una receta secreta –de chocolates con un cierto relleno– que no sólo cataliza la sinceridad, sino también sus verbalizaciones. Agradezcamos eso viéndola, a pesar de las relativas “deficiencias” ya mencionadas.
Ahora bien, deambulando por el lobby de Cinépolis La Noria –a la espera de entrar por segunda vez a la película de Manolo Caro– un poster llamó mi atención: el de Belleza colateral, en especial por el lucidor reparto que promete, con Will Smith, Keira Knightley, Kate Winslet, Edward Norton, Helen Mirren y Michael Peña. Y es que entre ellos suman 18 nominaciones al Oscar, con 2 estatuillas recogidas. Es un drama dirigido por David Frankel, sobre un ejecutivo de la publicidad al que sus colegas buscan “rescatar” –el fin justifica los medios– después de una dura tragedia personal. Va a estrenar a mediados de diciembre y mucho más no se sabe. Y por otra parte, la que tal vez nos llegue antes es Sully, de Clint Eastwood, la historia (basada en hechos reales) de Chesley Sullenberger, el piloto aviador que en enero de 2009 bajó su Airbus 320 –averiado– en el río Hudson de Nueva York, salvando la vida de 155 personas. Es Tom Hanks quien interpreta al apodado Sully, considerado un héroe si bien la película aborda la velada investigación que sobre su acción y reacciones emprendió en su momento la NTSB, la oficina a cargo de la transportación nacional segura. Atentos pues a ambas películas, con expectativa.