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Despedirse con estilo (y honrar a quienes faltan)

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En 1979 una película relativamente pequeña, dirigida por Martin Brest, nos tomó por sorpresa. La conocimos como Asalto en el ocaso, aunque tenía por título original Going in style. Al menos de inicio, su principal atractivo era el cast: George Burns, Lee Strasberg y Art Carney; los tres, seniors y grandes actores. En ella, el trío de jubilados, aburridos y sin dinero, de la nada se preguntó lo siguiente: ¿por qué no robamos un banco? La respuesta que encontraron fue: hagámoslo. El resto tradujo en una delicia, bien recordada por quienes la vimos. 38 años después llega (con ligeros ajustes) el remake: Un golpe con estilo (Going in style, también), de Zach Braff, de nuevo con tres actores de élite tomando los protagónicos: Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin. Después de trabajar cuatro décadas para la misma empresa, Joe, Willy y Al son jubilados-pensionados a los que, de un día para otro, les avisan que no recibirán más su mensualidad, lo cual los deja sin recursos y en la indefensión. Convencidos de lo abusivo y truculento de la medida, deciden robar el banco depositario de dichos fondos, calculando cuál es la suma que les corresponde. Pero claro, son octogenarios y no tienen idea de cómo robar siquiera una canica. Entonces, ¿qué hacer para tener éxito y recuperar lo que consideran suyo?

Como pasó en la original de 1979, Un golpe con estilo básicamente funciona por la calidad de sus tres estelares. Esta nueva versión, sobre-cocinada como está (complejizada, pues), ha perdido naturalidad y también mucho de sorpresa, pero Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin lo equilibran todo con su sola presencia, que alcanza para perdonarle a la película su modernización, que en rigor no necesitaba. Así, aun sin la frescura de su antecesora y con nuevos elementos que resultan distractores más que otra cosa, Un golpe con estilo es una alternativa grata para el espectador, si bien inocua y apenas mediana en cualesquiera otros términos considerados mayores. Como sea, siempre se agradece una película familiar, bien actuada y con una idea argumental sugerente, con el plus definitorio ya mencionado: las presencias y trabajos de Caine, Freeman y Arkin (éste, el tipo que en la cinta se lleva además un premio extra, llamado Ann-Margret; ¿quién la recuerda?). Por cierto, en algún momento de la película –de cierta forma peculiar– aparecen los famosísimos actores y crooners líderes del célebre Rat Pack: Frank Sinatra, Dean Martin y Sammy Davis Jr. Una buena manera de agregarle a la nostalgia.

Por otra parte, bien vale la pena asomarse a El día del atentado (Patriots day), de Peter Berg, sobre el atentado terrorista en el maratón de Boston de abril 2013. El primer acto concluye con el ataque mismo; a partir de ahí el film desarrolla lo concerniente a la investigación, cacería y captura de los responsables: los hermanos Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev, norteamericanos de origen checheno. Desde luego, se trata de una película muy emocional, cuyo mérito principal radica en el equilibrio entre la fidelidad de los eventos, la acción dramática y, fundamental, el respeto por lo sucedido, cuya gravedad (cobró cuatro vidas y múltiples heridos) transformó las vidas de cientos de personas. Los nombres conocidos en El día del atentado son los de Mark Wahlberg, Kevin Bacon, J.K. Simmons, John Goodman y Melissa Benoist, siendo para Alex Wolff y Themo Melikidze los roles nucleares de los hermanos Tsarnaev. Pero en films como este –nacidos de hechos reales– pasa frecuentemente que importa mucho menos la fama de los actores (no su capacidad, claro) que la magnitud y huella de los eventos, por definición dolorosos. Tanto así que, casi siempre, es razonable (y decente) dejar pasar mucho tiempo antes de llevarlos a la pantalla, dado que son películas que no califican ni como diversión, ni como espectáculo, ni como obras “promedio”. Lo que en cambio pesa con hondura es la necesidad de honrar a las víctimas –y a los héroes de su entorno– desde el recuerdo colectivo. No se la pierdan.

Redacción

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