De común no resultan buenas las películas sobre futbol o sobre futbolistas, pero a quienes nos gusta el soccer ya estamos acostumbrados a eso. Lo menciono por el estreno entre nosotros de Pelé: la película (Pelé: birth of a legend), de los hermanos Jeff y Michael Zimbalist, melodrama hablado en inglés (!) con tratamiento de cuento de hadas. Tiene que ver con Pelé niño y Pelé joven (adolescente, pues), desde sus “cascaritas” de barrio en Baurú hasta la victoria de Brasil contra Suecia –liderada por el joven a sus 17 años, en pleno Estocolmo– para ganar la Copa del Mundo de 1958, primera en la historia de la verde-amarela. Ahí se termina la película, con Pelé en medio de Garrincha, Zito, Altafini, Gilmar, Vavá y el resto de príncipes de la corte, porque había nacido un nuevo Rey. Edson Arantes Do Nascimento, Pelé, dejaría su trono 1281 goles después.
Bien intencionada sin duda, de muy buena fotografía y hábil montaje, aun así no puede decirse que la de los Zimbalist sea una buena película. De origen, por lo difícil de estar a la altura de su personaje, pero principalmente por sucumbir a los clichés del melodrama, lo que le resta contundencia y frescura, por cierto dos rasgos irresistibles del futbol que Pelé practicó. Más aun, el arco dramático del film pareciera seguir un manual, por el seguro terreno de “en orden y un paso a la vez”. Porque en efecto, ahí están, muy evidentes, el mapa y sus revelaciones: la difícil niñez de Pelé, por la pobreza; el llanto de su padre tras la derrota de 1950 ante Uruguay, que le hace prometerle que él ganará la Copa del Mundo; el buscador de talentos que lo descubre y lo saca (descalzo) del lodo, para enrolarlo en el Santos, uno de los más prestigiados equipos de Brasil; y sí, los momentos definitorios –al amparo del Ginga, el acrobático/arriesgado estilo de jugar a-la-brasileña— como preámbulo y vía para la unánime pleitesía del mundo. Lindo todo, muy ad hoc, pero también sentimental en exceso. No obstante, Pelé: la película es bastante visible porque es grata (más si eres fan del fucho) y porque no te tiende trampas mayores a pesar del tono de melodrama. Además, Pelé es genuinamente un tipo que merece ser recordado –aunque no sea en el pináculo de su carrera– como fantástico deportista y gente de bien. Recordémosle pues viendo la película, en la que por cierto aparece en un cameo breve. Obrigado.
Por otra parte, ¿ya vieron Mujer Maravilla (Wonder Woman)? Sí, de seguro. Sin ser el tipo de films que a mí más me gusta, encuentro que funciona sorprendentemente bien. En ella, Diana (Gal Gadot), Princesa de las Amazonas –que vive y se forma como guerrera en una aislada isla paradisiaca– se entera de que el mundo está en guerra (la 1ª Guerra Mundial, de hecho) y de que miles de inocentes están muriendo. Por eso decide viajar hasta el conflicto para ayudar, en alianza con Steve Taylor (Chris Pine), oficial y espía británico. La idea es, claro, ganar “la guerra que terminará todas las guerras” y, por ende, encauzar el desarrollo de un mundo en paz. Pero aún más, esta experiencia será la que revele a Diana, a profundidad, su sentido de vida y la magnitud de sus capacidades y valentía. La película, procedente cual se sabe del personaje creado por DC Comics, está dirigida por Patty Jenkins, realizadora en 2003 de Monster: asesina en serie. Es apenas su 2º largometraje y tiene todo lo necesario para disfrutarse: acción, ritmo, visualidad, sorpresa, humor, en una sinergia que la hace bastante atractiva. Es posible que Mujer Maravilla esté beneficiándose de que aparentemente no generó tantas expectativas como otros films sobre los superhéroes de la Liga de la Justicia, con lo que, en cierta forma, la grata sorpresa ha sido mayor. Además de Gadot y Pine, actúan en la cinta Robin Wright, Connie Nielsen, Danny Huston, David Thewlis y Elena Anaya, que –se nota en todos– se la pasaron “bomba” filmando esta aventura super-heróica entre amazonas, traidores, explosiones, aliados y enemigos. Comic style, diría alguien; ¿o no?