Ya se hacen pocas películas como París puede esperar (Bonjour Anne), de Eleanor Coppola, esposa del legendario Francis. Se trata por cierto (¡a sus 80 años!) de su debut en la ficción, porque la dama sólo había hecho documental, recordándose especialmente Hearts of darkness: a filmmaker’s apocalypse (1991), testimonio de la intrincada odisea que para Francis fue filmar Apocalipsis. Pero decía, ya se hacen pocas cintas como París puede esperar: dulces, afectuosas, sin malicia, más allá de que se mueva en los terrenos de una latente (subrayo: latente) infidelidad. En ella, Anne (Diane Lane, en el esplendor de su madurez) viaja por carretera, de Cannes a París, con Jacques (Arnaud Viard), el socio francés de su esposo Michael (Alec Baldwin). Debiendo durar sólo unas horas, el trayecto se alarga hasta dos días, porque Jacques (rol en modo excesivo de cliché) insiste en parar o desviarse a cada momento para mostrar a Anne –quien evidentemente le resulta muy atractiva– cada sitio de interés, incluyendo mágicos restaurantes para comer o cenar juntos. Así, para cuando la pareja llega a París, es mucho lo que ha cambiado en y entre ellos.
París puede esperar es una inesperada road picture, que algunos juzgarán sólo mediana e inofensiva; aséptica en exceso. Pero su naturalidad, su calidez, su sentimiento de creciente confianza y genuina intimidad, la convierten como antes dije en una película de tibia, agradecible dulzura. Mi apuesta es que va a durar un rato en cartelera, porque –más allá de los cínicos y ofensivos tiempos que vivimos– no somos pocos los blandos (los “buenos”, pues) que muy fácil nos dejamos cautivar, seducir, por situaciones como la del film. Vamos: todos, alguna vez, tomamos el camino más largo hacia algún destino, para estar “más ratito” –dicen en el pueblo– con esa persona que es laaa persona. Dios salve al mundo (o los multiplique en él) de los enamoradizos irredentos. Sí Sofía, hija de Francis y Eleanor, hizo Lost in translation (¿se acuerdan?), París puede esperar califica en algo como Lost in transportation.
Por cierto, ya está viéndose en las salas locales el tráiler de la más reciente película de Sofía Coppola: El seductor (The beguiled), remake de aquella que bajo la dirección de Don Siegel estelarizó Clint Eastwood en 1971. El reparto acá es muy atractivo: Nicole Kidman, Kirsten Dunst, Elle Fanning, Angourie Rice y Colin Farrell, éste como McBurney, el soldado herido al que rescatan las chicas de una escuela, en el marco de la Guerra Civil norteamericana. Ya con ellas –cuidado y seguro– la presencia del unionista alborota el gallinero en la casona, detonándose celos e intriga entre las jóvenes. Pero desde luego, no serán ellas las únicas víctimas. Y bueno: algo debe tener el film, porque –aunque se afirma que lo rodó en sólo 26 días– Sofía Coppola obtuvo por El seductor el premio a la mejor Dirección en el Festival de Cannes 2017.
Armonizando con eso, la crítica lo ha tratado bastante bien, con comentarios como los siguientes cuatro: “Coppola y su equipo de producción –incluyendo al fotógrafo Philippe Le Sourd– han creado un redondo mundo de erotismo, humedad y atmósfera sureña gótica. Los personajes son sumergidos en eso, casi al punto de que hasta los torcidos sauces parecen inclinarse hacia ellos para atraparles” (Rory O’Connor; The Film Stage). “Por completo un logro colectivo; y las mejores escenas del film son las grupales: las plegarias antes de dormir, los recitales de música, las comidas ante la luz de las velas” (Robbie Collin; The Telegraph); “Coppola narra su historia con excelente gusto e insolente ingenio, atando imágenes de la primera y la última escenas para que la narrativa cierre y amarre satisfactoriamente” (Peter Bradshaw; The Guardian). “El film funciona como un thriller psicosexual y como algo más preocupante, oculto y casi impronunciable” (Tim Grierson; Screen International). No tienen que decirlo: ya se les antojó verla.