Si uno la busca en la red, es relativamente sencillo encontrar, para verla, Red nose day actually, la “secuela” –de apenas 15 minutos– de la entrañable, irrepetible, Realmente amor (Love actually), dirigida por Richard Curtis, que desde su estreno en 2004 se tornó una de las películas favoritas de millones de personas por todo el planeta. Como aquí lo comenté hace unos meses, se trata ni más ni menos de una revisión al status de los personajes principales de dicho film, trece años después. Pero vamos por partes: el red nose day británico es un día puntualmente dedicado a obras de caridad para el apoyo de los niños más desprotegidos. La primera vez que me senté a ver Red nose day actually –alborozado, porque en verdad atesoro su antecedente– volví a encontrar el mismo candor, la misma transparencia, la misma bonhomía, el mismo espíritu, de Realmente amor. En un ratito vi cuatro veces el corto, con cada nueva mirada enriqueciendo a la anterior, conmoviendo (y divirtiendo) más profundamente. Así que Red nose day actually no le está a la zaga a Realmente amor, que genuinamente es una de las películas más disfrutables y mágicas que pueden verse.
En Red nose… aparecen casi todos los “principales” que conocimos en 2004. Desde luego, Keira Knightley, como la misma Juliet que, en la puerta de su casa, “dialoga” con Mark (Andrew Lincoln), su perenne enamorado, quien insiste en letreros para comunicarse. A su vez, Hugh Grant regresa como el Prime Minister del Reino Unido; sigue bailando al ritmo de los pop hits del momento, lo que no le impide ofrecer un nuevo discurso inspirador, ni revelar cuál es la mejor película navideña de todos los tiempos. A Daniel (Liam Neeson) le cae una enorme sorpresa, justo mientras aconseja “sobre eso llamado amor” –de nuevo– al pequeño Sam, que tiene ya 26 años. Jamie (Colin Firth) ya habla portugués y es padre de tres pequeños (hasta el momento de escribir esta reseña), cortesía de Aurelia (Lucía Moniz), su ex-recamarera. Finalmente, Rufus (Rowan Atkinson) sigue en plan de sibarita al envolver “para regalo”, mientras que Billy Mack (Bill Nighy) revela por qué no le gustan los niños y qué fue de aquel bondadoso Joe que fuera su representante. Así pues, Red nose day actually llegó para recordarnos los enternecedores affaires amorosos de aquella Navidad de 2004, tan cálidamente contados en Realmente amor. No lo duden, vuelvan a ver ésta; e inmediatamente después sumérjanse en los 15 minutos de Red nose day actually –co-dirigida por Richard Curtis y Mat Whitecross– que no tiene desperdicio.
Y en cuanto a la cartelera local, en ella puede encontrarse a una muy sombría Charlize Theron en Atómica (Athomic blonde), ópera prima del experimentado stuntman David Leitch. Ubicada en los días de la caída del muro de Berlín, es una película de espías, de traiciones y dobles traiciones, en la que la CIA, la KGB y desde luego el Servicio de Inteligencia Británico (MI6), están todos involucrados. Theron interpreta a la letal Lorraine Broughton –agente al servicio de su Majestad– cuya misión en Berlín es la de investigar la muerte de un agente aliado y recuperar una lista de agentes infiltrados, esencial para mantener el control estratégico en el entorno de la Guerra Fría. Como film de acción, Atómica es uno de los mejores del año, pero personalmente la siento “sobre-cocinada”: un giro de más, un traidor de más, un personaje de más, una sorpresa de más, etc. El resultado es una cierta confusión, estorbosa por supuesto, imperante sobre todo en el tercer acto. De todas formas, el director Leitch conduce bien su película, que innegablemente funciona. Procede por cierto de una novela gráfica, The coldest city, lo que en cierta forma explica la predominancia del estilo sobre el contenido: más pulcro aquel, más denso éste. Pero reitero: bien vale la pena, con Charlize Theron seriamente malhumorada, lo que le viene perfecto al tono pretendido por la película. ¿Su principal alternante? James McAvoy.