Cuando van cinco meses del año, ya es posible mencionar algunos films importantes llegados a nuestra cartelera durante 2018. Sin la intención de hacer hoy un recuento exhaustivo, al menos los siguientes son, en automático, de destacarse: En la penumbra (Aus dem nichts; Alemania), de Fatih Akin; El sacrificio del ciervo sagrado (The killing of a sacred deer; Reino Unido), de Yorghos Lanthimos; El hilo fantasma (Phantom thread; EEUU), de Paul Thomas Anderson; Una mujer fantástica (Chile), de Sebastián Lelio; Hogar (Home; Bélgica), de Fien Troch; Sin amor (Nelyubov; Rusia), de Andrey Zvyagintsev, y el documental Rostros y lugares (Visages villages; Francia), de Agnes Varda y JR. Venturosamente, el cine mexicano también se ha hecho notar, en especial con Sueño en otro idioma, de Ernesto Contreras, y con el documental La libertad del diablo, de Everardo González. Por supuesto, lo que todos deseamos es que esta lista crezca exponencialmente; y ahora mismo está en cartelera Nunca estarás a salvo (You were never really here; Reino Unido), de la escocesa Lynne Ramsay, que bien puede engrosarla en virtud de sus no pocos méritos.
En ella, Joe (Joaquin Phoenix), un veterano de guerra, deambula clandestinamente por una vida atormentada, lleno de remordimientos por un pasado doloroso. Vive con su madre anciana y se mantiene de buscar y rescatar a adolescentes desaparecidas. Es letal, solitario y un evidente suicida en potencia. Uno de sus rescates (el de la hija de un político) se tuerce, sufre giros inesperados y cae en una espiral de descontrol. Una situación volátil, pues, que pone a Joe ante un escenario para definir sus encrucijadas de vida. Justo a ese Joe tan conectado con todo lo que sufrió en la Guerra del Golfo, y tan desconectado de su entorno y status en una Nueva York peligrosa y seca.
Ganadora en Cannes de los premios a mejor guion y mejor actor, Nunca estarás a salvo está lejos de ser “la Taxi driver del siglo XXI” (cual puede leerse en su display publicitario), pero es una cinta muy relevante. Como su personaje, es sombría, incómoda y de alguna forma esquiva. La mente de Joe es una licuadora de confusiones y de experiencias no resueltas, siendo esto de lo que puntualmente trata el film y no tanto de los hechos en que el tipo va involucrándose. Es decir, es más de personaje que de eventos, más contextual que textual, con el atormentado-inestable-frágil-confundido Joe como núcleo de todo lo que la película explora y detona: un pasado de memorias calcinantes, desequilibrio emocional, heridas sin sanar. La directora Ramsay confirma en Nunca estarás a salvo lo que ya habíamos notado en Tenemos que hablar de Kevin (2011): su habilidad para el drama intenso, con el extravío y el sentimiento de culpa como hábitat mental, con saltos en el tiempo distorsionados por la aflicción y los recuerdos. Ojalá que permanezca un buen tiempo en cartelera.
Por otra parte, la comedia No me las toquen (Blockers), de Kay Cannon, sin pretensiones mayores, es mucho mejor de lo esperado. Tres “jefes” de familia –dos papás y una mamá– descubren que sus respectivas hijas, amigas de toda la vida, pretenden perder su virginidad justo la misma noche: la de su fiesta de graduación. Claro, los patriarcas buscarán impedirlo, organizados en efervescente cruzada tripartita. La película se destaca no sólo por ser muy divertida, sino por fresca, por estar muy bien actuada (tanto las jóvenes como los adultos) y, en especial, porque las tres bribonas no están vistas como “descaradas”, sino como chicas dejando de ser niñas e inician en eso de tomar decisiones propias (para bien, ¿eh?; no necesariamente para “regarla”). Los atribulados padres son Leslie Mann, Ike Barinholtz y John Cena; y ellas, Kathryn Newton, Geraldine Viswanathan y Gideon Adlon (muy bien los seis). Anímense a verla, antes de que alguien se las toque.