La película más reciente que he visto es Ellas mandan (Late night), de Nisha Ganatra, que estelarizan Emma Thompson –notable siempre– y Mindy Kaling, quien también escribió el guion. Thompson encarna a Katherine Newbury, la conductora de un show televisivo nocturno a la que, de la noche a la mañana, se le viene encima el aviso de su inminente sustitución, justo cuando había contratado para su equipo de escritores a la inexperta Molly Patel (Kaling), en respuesta a cierto áspero reclamo de ser Katherine una mujer “que odia a las mujeres”. Muy preocupada, Katherine se empeña en encontrar nuevos caminos y frescura para su show, siendo sorpresivamente Molly, la novata, quien sugiere los giros y pautas a intentar para la renovación (y supervivencia) de Katherine al frente del programa. Es así que, enfrentando a la cúpula de la televisora, ambas –que ni siquiera se llevan bien– unen fuerzas para revertir el complicado status en el que las tiene el implacable dios rating.
Ellas mandan es un melodrama (no exento de rasgos comédicos) sobre el poder, sobre el empoderamiento y sobre la fragilidad que los permea. Una película que parece menor a lo que en realidad es, pero que funciona bien con base en el adecuado equilibrio de sus componentes: la frialdad corporativa, la distancia del poderoso con sus subordinados (Katherine es de superficie una arpía), los sueños “cuesta arriba” (en especial cuando eres una mujer de tez cobriza y raza “exótica”), la competencia despiadada, etc. Todo esto, desde una mirada que además toma en cuenta las infaltables situaciones personales, que suman aún más azar y variables a cada respectivo desenlace. Dirigida por una mujer, escrita por una mujer y con el protagonismo nucleado en mujeres, Ellas mandan ostenta un aroma, un clima, un feeling, muy apropiados a lo que narra y expone, sin que esto quiera decir que se trata de una cinta “para mujeres”. Como de costumbre, se destaca la actuación de Emma Thompson, quien esta vez entrega, con precisión, un personaje de contrastes: poderosa pero amenazada, decidida pero frágil, tan inteligente como confundida. En suma, una Katherine imperfecta, en un universo –el show business— en el que la imperfección no tiene cabida. Ellas mandan no está entre las películas más importantes del año, pero si entre las que serán recordadas con agrado y como una buena inversión de tiempo.
En otro orden de ideas, estamos a la espera del estreno de ciertos films considerados especiales y, por ende, de alta expectativa. En especial –de Corea del Sur– Parásitos, dirigida por Bong Joon-Ho, que de entrada llama la atención por la calificación que la crítica le ha dado: un altísimo 9.5 que no se ve todos los días. Tiene que ver con una familia de desempleados, a la que por azar le surge la oportunidad de entrar en el círculo de los Park, un clan de clase acomodada. La película es la más reciente ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes, sumando hasta el momento otros cinco reconocimientos internacionales. Será casi sin duda uno de los títulos aspirantes al Oscar a film en lengua extranjera, cuando se entreguen las estatuillas de 2020. Por otra parte, ya va a estrenarse en EEUU el documental Making waves: the art of cinematic sound, un film que promete ser memorable no sólo para la gente dedicada al cine, sino también para cualquier interesado en conocer más a detalle los cómo, los qué y los por qué del sonido cinematográfico. Dirigido por el sonidista y editor de sonido Midge Costin, el film está descrito como “una exploración de la historia, el oficio y el poder emocional del sonido del cine, revelado por sonidistas legendarios y directores visionarios”. Desconozco si estrenará comercialmente en México, pero de no ser así habrá que buscarlo en donde sea para aprovechar las lecciones de su contenido, e incluso para entender, en lo posible, por qué malos directores tienen en sus películas “el sonido que se merecen”.