De común, la Semana Mayor nos pone en un tono distinto y como que todo entra en pausa, sea uno creyente o no. No me resulta pretexto para no escribir esta columna, pero sí para que sea diferente, en breves cápsulas variopintas (sobre cine, como siempre). Juzgue el lector qué tal resulta…
1) En este momento exhibe una película de Cronenberg, pero no de David, sino de su hijo Brandon. Se trata de Muerte infinita (Infinity pool), que en su reparto incluye a la inquietante Mia Goth, a quien no hace mucho vimos en Pearl. Coproducción de Canadá, Croacia y Hungría, no es –como suele decirse– para temperamentos débiles. 2) Hace poco me preguntaron qué películas querría volver a ver, después de muchos años de su estreno. Las primeras que llegaron a mi mente fueron: Los muertos (1987), de John Huston, basada en el relato corto de James Joyce; El hombre que sería Rey (1975), también de Huston (adaptada de Rudyard Kipling), con los incomparables Sean Connery y Michael Caine; El inquilino (1976), de Roman Polanski, cuyo tagline era “nadie te lo hace como Roman Polanski”; La decisión de Sofía (1982), de Alan J. Pakula, que le significó a una joven Meryl Streep (de 33 años) el segundo Oscar de su carrera; y, Los hijos del paraíso (1945), de Marcel Carné, considerada por diversos críticos como quintaesencia del arte cinematográfico, cualquier cosa que eso quiera decir. 3) Con la reciente e histórica acusación a Donald Trump, muchos han querido recordar films políticos considerados valiosos. Desde luego, de inmediato vienen a la mente títulos como El embajador del miedo (1962), de John Frankenheimer; La batalla de Argel (1966), de Gillo Pontecorvo; Z (1969), de Costa-Gavras; Todos los hombres del presidente (1976), de Alan J. Pakula, y La vida de los otros (2006), de Florian Henckel von Donnersmarck. Ahora la pregunta es: ya que haya desenlace, ¿cuánto tiempo pasará para que Hollywood lleve a la pantalla el caso de su inefable (por decir lo menos) ex-presidente?
4) Por evidente descuido (y costumbre), cada Semana Santa la televisión mexicana suele pasar Viñas de ira (Grapes of wrath), de John Ford, que absolutamente nada tiene que ver con la pasión de Cristo. La razón es que dicho film tuvo en México el título alternativo de Viacrucis, y pues…pa’ luego es tarde. Lo bueno es que se trata de una gran película, así que nadie ha sentido la más mínima tentación de avisarles. 5) Les pregunto, ¿en cuántas cintas de horror han visto a Russell Crowe? La respuesta correcta es “en ninguna”, a menos que ya se hayan dado la vuelta por El exorcista del Papa, de Julius Avery, actualmente en cartelera. Presume estar basada justo en los archivos del “exorcista en jefe” del Vaticano, Gabrielle Amorth. Por cierto, ahora que se cumplen 50 años de El exorcista, viene también su secuela, con Ellen Burstyn repitiendo su papel de Chris MacNeil. De principio se le anuncia para octubre, también bajo el título de El exorcista. Dirige David Gordon Green. 6) Está por estrenar Air: la historia detrás del logo, el 5º largometraje como director de Ben Affleck, cuyo argumento tiene que ver con la creación de la “marca” Michael Jordan, y mercadotecnia circundante. Habrá que verlo. Mientras tanto, decir que a Ben Affleck se le ha nominado dos veces al Oscar –no como actor– y en ambas lo ganó: por el guion original de Mente indomable (Good Will Hunting; 1997) y como productor de Argo (2012). 7) De las cintas del enorme Carlos Saura, fallecido hace poco, El séptimo día (2004) –drama relativo al odio entre dos familias– es una de mis favoritas. Es sobrecogedora, cual lo anticipa, desde su arranque, la voz de la jovencita Isabel (la hermosa Yohana Cobo) en esta sentencia definitoria: “Dicen que Dios creó al mundo en seis días y que el séptimo descansó; tal vez por eso las cosas más tristes suceden en domingo”. Si no la conocen, búsquenla, que vale mucho la pena.