En Lo mejor está por venir (Il sol dell’avvenire), el más reciente film de Nanni Moretti, Giovanni (el propio Moretti), director de cine, se encuentra en pleno rodaje: el de una película sobre el impacto y las encrucijadas ideológicas que la invasión de la URSS a Hungría –1956– provocan en los militantes del Partido Comunista Italiano. Un rodaje, por cierto, en el que no todo es miel sobre hojuelas. En paralelo, y apenas dándose cuenta, Giovanni navega otras aguas turbulentas, en este caso relativas a su clan familiar (su esposa de cuatro décadas, su hija veinteañera), que por goteo van alterando, aún más, su ya de por sí crispado estado de ánimo. En efecto: ya casi septuagenario, Giovanni es un tipo de convicciones profundas, que cada vez armonizan menos con un mundo a diario cambiante, al que percibe inestable. Defiende además, con pasión encendida (exagerada, a ojos de algunos) la creación artística –o al menos la suya– como una vocación no sólo de búsquedas estéticas, sino de altos e irrenunciables principios éticos. Sus puntos de referencia casi siempre son realizadores y films anteriores, clásicos –Kieslowski, Fellini, Scorsese, Lola, La dolce vita, Breve película sobre el asesinato, et al— lo cual más acentúa en Giovanni la sensación de desencanto (y desconexión) con “lo actual”. Se dan incluso situaciones puntuales: la producción de su cinta se queda sin dinero, a medio camino; su hija le presenta un novio, formal, casi octogenario; su esposa (agotada por años de giovannismos) va a dejarle; su vitalidad, física y anímica, le da avisos de que va mermando, y más. Pero he aquí la sorpresa: no obstante, Lo mejor está por venir es una comedia; fallida si se quiere, pero humana y entrañable al estilo del Moretti siempre cálido –y hasta tierno– detrás de un semblante ocasionalmente gruñón.
Lo mejor está por venir está llena de temas: arte, familia, relaciones personales y sociales, historia, política, individualismo. Por ahí transitan sus dos núcleos –los sucesos en torno al film en rodaje y los relativos a la vida personal de Giovanni— para una película que con solvencia pone en juego reflexiones y recursos varios, a ratos disímiles: v.g. el amor como motor del mundo, tanto en la realidad como en la ficción; la violencia como un concepto creativo cuestionable y a revisar; conflictos íntimos nacidos de la edad; la música, canciones, el circo; la relación de pareja como vivencia, más que mera presencia; la siempre latente necesidad de cambiar no sólo de opinión, sino por igual de ideas; también necesaria, la introspección, a fin de ver y juzgar lo de fuera desde la cabal comprensión de uno mismo. En suma, la apertura a adaptarse y crecer, sin que ello signifique transigir en lo indebido o que no nos parezca. Minusvalorada por una mayoría de críticos, cierto es que Lo mejor está por venir –de trazos autobiográficos– no está entre los mejores trabajos de Moretti, pero es sumamente disfrutable y por eso la recomiendo sin reservas. No será la primera vez que una película “mediana” (según algunos) te entibie el corazón y te mande a casa gratificado, después de hacerte pensar, reír, recordar, valorar. Eso sí, admito que esta crónica es de cierta forma tramposilla, tendenciosa, porque Nanni Moretti ha sido siempre uno de mis 4-5 directores favoritos. (La habitación del hijo, por la cual el Festival de Cannes le otorgó la Palma de Oro, es una de las películas que más he comentado a lo largo de mi vida). Anímense pues, que en una de esas también ustedes adoptan al gran Moretti como uno de sus consentidos. Lo mejor está por venir exhibe en salas.
Y algo más: otro film que vale la pena es Guerra civil (Civil war), de Alex Garland, actuada por Kirsten Dunst, Cailee Spaeny y Wagner Moura. Se ubica en un futuro cercano, en un EEUU polarizado por una nueva, sangrienta, guerra civil. California, Texas y otros estados, con rumbo a la Casa Blanca para eliminar a Mr. President(!!). Los únicos neutrales en ese entorno, los periodistas que acompañan cada momento, a riesgo de sus vidas.