La semana pasada hablé de que varias películas recientes no son ortodoxas, ni funcionan según lo tradicional. Son más bien bizarras y mencioné, como ejemplos, los casos de Beau tiene miedo (2023), de Ari Aster, y Pienso en el final (2020), de Charlie Kaufman. Hoy aludo a tres más, para robustecer la mirada sobre este asunto…
Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything everywhere all at once; 2022), de Dan Kwan y Daniel Scheinert. Comedia complicada de describir –distinta a casi todo lo que hayas visto– que sorprende para bien o para mal. Más que argumento, tiene punto de partida: en medio de ciertas crisis familiares y de negocios, la clasemediera china Evelyn (Michelle Yeoh) se descubre parte central de una intriga en escenarios del multiverso, siendo la única que puede salvar la situación antes de la total destrucción de esas “realidades” alternas…o algo así. A partir de aquí, cada boquiabierto cinéfilo se topa justo con eso: todo, en todas partes, al mismo tiempo, para una película montaña-rusa sin posibilidad de medianías: o se disfruta al máximo o se rechaza a muerte, según te impacte la bizarra propuesta de sus locuaces realizadores. Sin que opere como film narrativo –lo cual no todos toleran– Todo en todas partes al mismo tiempo asume la estrategia de “una sorpresa tras otra”, catalizada desde un humor efectivo e irreverente, en el marco de una factura impecable a pesar del vértigo que dicha estrategia impone. Una genialidad delirante, más bien para quienes gustan del excitante riesgo de lo diferente.
Pobres criaturas (Poor things; 2023), de Yorgos Lanthimos. En un bizarro mundo ambiguo en el que lo mismo caben fantasías de colores que mutaciones transgresoras, la joven Bella Baxter (Emma Stone) es “regresada” de la muerte por su protector, el científico Godwin Baxter (Willem Defoe), quien le implanta un cerebro de bebé discordante con la edad y madurez de su cuerpo. Pronto, la curiosa/enérgica Bella, que a diario aprende cosas, se rebela y decide marcharse a conocer el mundo. Lo hace con el tipo que la alborota: el mujeriego, vividor abogado Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo). Es así como empiezan las aventuras de Bella por Europa, cuya gradual evolución la empodera, trascendiendo del sometimiento al control de su vida. Tan divertida como audaz y provocadora, se trata de una comedia; pero más seria y ácida de lo aparente en sus reflexiones sobre temas como el patriarcado mal entendido y, especialmente, sobre el florecimiento integral de la figura femenina. El tour de forcé actoral de Emma Stone es en verdad asombroso.
Bardo: falsa crónica de unas cuantas verdades (2022), de Alejandro G. Iñárritu. Silverio (Daniel Giménez Cacho), periodista y documentalista independiente, dejó México veintitantos años atrás, huyendo de los “candados” a su trabajo por parte de los intereses de las televisoras. Ya exitoso en EEUU, regresa a México para un “homenaje” (en realidad una pachanga épica) del sindicato mexicano de periodistas. Esta vuelta al país –íntima y de sacudidas– lo pone de cara a una poderosa vorágine de recuerdos de sus raíces e identidad original, por igual esquivos e inquietantes. Son días que le revelan fragilizado aún en medio del éxito. Así, el Silverio que regresa a EEUU es uno más emocional, conmovido por dudas aún más acuciantes. Film construido de escenas oníricas, imaginadas y factuales, que hace elástico al tiempo e hiper-dramatiza los espacios a partir de una visualidad que impresiona incluso sin justificarse. Surge así un sentimiento de lo surreal; una fusión, plena de lirismo, de lo onírico-metafórico-histórico-simbólico, articulada para una narrativa que explora el pasado como medio para entender las elusivas facetas del presente de Silverio…y de México. Un periplo pues de purificación liberadora, nutrido de realidad e imaginación, contado al ritmo de lánguidas tomas largas (no siempre plano-secuencias) que justifican la “falsedad” de sus crónicas y el tagline de la película: Experience a state of mind…