EL TRIANGULITO ESE, ENTRE LAS CEJAS

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Alfredo Naime

Punzante y provocador siempre, mucho debe tener el cine del sueco Ruben Ostlund, tomando en cuenta (apenas como botón de muestra) que dos veces ha ganado la Palma de Oro del Festival de Cannes –con The square (2017) y El triángulo de la tristeza (2022)– y otra, el Premio del Jurado, con Fuerza Mayor (2014). De las mencionadas, la que nunca reseñé es la segunda. Lo hago ahora; y, por cierto, exhibe en Prime Video.

El triángulo de la tristeza arranca presentándonos a los novios Carl (Harris Dickinson) y Yaya (Charlbi Dean), modelos jóvenes, atractivos, inmersos en el mundo de la moda y el advertising. Con muchos seguidores en las redes sociales, justo es su status y presencia lo que les gana invitación a un crucero de súper-lujo para millonarios, en donde conocen y se codean con personajes de todo tipo, homologados por el rasgo de su mucho dinero. Un crucero en el que justo manda eso, la plata y el status financiero, con el staff del barco claramente advertido de que cualquier petición de los huéspedes –cualquiera– debe merecer un inmediato “sí madame, sí caballero” como respuesta. Vamos, la jerarquía y el control de los ricos y poderosos (y de los populares y bellos, en el caso de Carl y Yaya), sobre quienes recae la obligación de servirles, por extravagantes o desorbitadas que sean sus demandas. Justo así cada día, en todo momento, hasta la fatídica noche en que un mar revuelto y un ataque “pirata” se coluden para fracturar el barco. Algunos pocos, entre huéspedes y trabajadores, alcanzan una isla, en la que quedan varados y ante una nueva realidad, totalmente diferente: los privilegiados no saben hacer nada –mucho menos, cómo subsistir– mientras que Abigaíl (Dolly De Leon), la responsable de “limpieza de baños” del crucero, sabe pescar a mano limpia, hacer fogatas, anticipar riesgos, reglamentar conductas, etc. Por ende, se concreta el dramático vuelco: la servidumbre asume mando y control absolutos sobre los adinerados, de manera rotunda e incontestable. Y en ese naciente contexto, la ahora matriarca Abigaíl no vacila para sacar el máximo provecho. ¿Tensiones? Muchas por supuesto, pero no únicamente; los eventos derivan en algo que oscila –por extraño que suene– entre Náufrago, El ángel exterminador y La isla de Gilligan, aderezado por el filoso bisturí ácido, cuestionador, de Ruben Ostlund.

A fin de cuentas, ¿qué es El triángulo de la tristeza? Bueno, una punzante comedia negra satírica, que aprovecha a plenitud un apetitoso pretexto: el derrumbe de la jerarquía social, a causa de sus incompetencias frente a esas necesidades, muy mundanas y básicas, que siempre les resolvieron otros. Ostlund, que no es el cineasta más sutil del mundo (pero sí de los más decididos), establece esto lo mismo como punto de partida que como tema medular. De ahí que explore, desde ángulos cambiantes, las relaciones de poder, de presión, de control, de subordinación, de rebelión, de obediencia, encapsulándolas en el hábitat físico y emocional de una inesperada situación de crisis, a fin de que salten sus raíces más naturales y primigenias. Eso sí, Ostlund es capaz de encontrar en todo ello –además– camaradería (a ratos forzada, claro), humor, rasgos de drama y unas cuantas sorpresas, a partir de su personalidad no sólo inquisitiva, sino también (siempre) crítica, inquieta, lúdica. Así pues, en cuanto a méritos, uno entiende con claridad los por qué de la Palma de Oro en Cannes a El triángulo de la tristeza, así como los de las más de 100 nominaciones a reconocimientos, por todas partes del mundo. Tal entusiasmo, a pesar de ser un film largo (dos horas y media) y de dos o tres escenas a-lo-Ostlund –para bien y para mal– no fáciles de ver (los gráficos problemas digestivos en la Cena del Capitán, por ejemplo). Por cierto, Woody Harrelson está en el reparto, justo en el rol de Thomas, el Capitán. Alguien que, por razones no explicadas, en plena travesía se recluye a beber en soledad y, aparentemente, a confrontar su status de privilegio con sus simpatías y admiración por…Karl Marx.

Alfredo Naime

Comentarios, recomendaciones y consejos para apreciar el séptimo arte, vertidos por el más reconocido crítico de cine en Puebla y zonas aledañas. Disfruta su videoblog.