Cuenta Plutarco en su obra ´Vidas paralelas´ que un patricio romano llamado Publio Clodio Pulcro estaba enamorado de Pompeya, la mujer de Julio César, tanto que en alguna ocasión se disfrazó de músico para entrar a una fiesta exclusiva para mujeres con el afán de verla; fue sorprendido, detenido, juzgado y condenado, pero el César también se enojó con su mujer, aun sabiendo que no era responsable de las acciones del galán, porque consideraba que no era suficiente que su mujer fuera honesta sino que también debía de parecerlo.
Me he acordado de esta historia con motivo de las recientes designaciones hechas, con estricta observancia de formas y protocolos, en favor de doña Arely Gómez como procuradora general de la república y de don Eduardo Medina Mora como ministro de la suprema corte de justicia de la nación. Pese a la gran cantidad de opiniones en contra, estos nombramientos fueron impuestos por razones que parecen políticas y no han dejado satisfecha a buena parte de la ciudadanía.
Aceptando que los personajes mencionados sean capaces para el ejercicio de estas responsabilidades, que sean honestos, responsables, talentosos y demás, me pregunto ¿no había otros que aparte de serlo lo parecieran? Porque no esta el horno para bollos ni la marquesa para tafetanes, tenemos un problema de falta de confianza en las instituciones según reconoció el propio presidente Peña y estos nuevos funcionarios no ayudan a resolverlo.
Me parece que estos nombramientos empequeñecen a las instituciones y un día de estos va a aparecer un líder popular que en verdad va a mandar al diablo a las instituciones aprovechando lo disminuidas que están y que no se hace nada por fortalecerlas
Que susto se van a llevar.
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