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De mañana y en el auto…

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Hace no mucho, ni siquiera habría pasado por mi mente este post. Estaba acostumbrado a levantarme más temprano de lo normal y pasar al menos un par de horas al día en el transporte público (cosa que no me desagradaba en lo más mínimo) pero debo aceptar que el viajar en auto (prestado) tiene sus beneficios.

Al principio -como prácticamente cualquiera al enfrentarse a un mundo desconocido- empecé a entrar en desesperación luego de avanzar 5 metros en 15 minutos; pero voltear a los lados y ver a todos con cara de utamadreotrodiaqueapenasempieza, me tranquilizaba un poco.

Estaba acostumbrado a que en micro, yo sólo me preocupaba por elegir uno de los lugares de hasta atrás y si no había disponible, me quedaba parado sin problema. En mi reproductor de música favorito traía cargados los podcasts correspondientes y escuchaba los que duraban el trayecto de mi viaje, que podía durar hasta hora y media o dos horas. Ahora, ya no escucho podcast, alterno entre los distintos noticieros matutinos.

Hoy ya estoy más acostumbrado al ambiente. Ubico a prácticamente cada limpiaparabrisas de cada crucero en mi trayecto; claro, a ese que en algún momento me tocó el vidrio de la ventana y me dijo: «¿te acuerdas de mí?, ¿te acuerdas de mí?, órale, ¡bájate puto!», lo identifico aún más -digo, para que no se ofenda por no recordarlo-. Al señor que vende flan napolitano, el cual se cuelga letreros hasta en los hombros (literal) o al señor de los periódicos, el que prefiere vender que platicar con el oficial de tránsito con el que comparte esquina.

Hoy no me espanto si un micro se me cierra, más bien, lo ignoro, me le cierro también y espero a que sigamos avanzando. Si veo un choque o accidente, algunas veces ni siquiera bajo mi velocidad y cuando puedo, tomo fotos de el lamentable suceso.

Si veo a un motociclista tirado boca arriba y con el casco puesto, lo primero que hago es buscar en dónde está la moto, que seguro la encontraré debajo de alguna camioneta o algún otro vehículo grande.

Historias hay tantas y todas las mañanas son distintas aunque recorra el mismo trayecto. Del limpiaparabrisas recuerdo la vez que le di dos pesos a un señor, quien se ofendió, y aventó la moneda hacia un terreno baldío.

Un par de veces he visto cómo los automovilistas ignoran totalmente a los oficiales de tránsito, los cuales, no pueden más que alzar su mano con guante blanco y hacer caso omiso de mentadas, del caos vehicular.

Recorrer el periférico en hora pico siempre es una experiencia totalmente aparte, pero de esta hablaré en otro momento…

/win

win

Soy Win, ese que se ríe de prácticamente cualquier cosa. Greñudo, flaco y ojeroso. Describirme en dos/tres líneas es un tanto complicado, considerando que ni yo sé exactamente quién soy o hacia a dónde voy. Leer más

1 COMENTARIO

  1. hola apenas estas en los principios de trasportarte en linia privada cuando ya te acostumbres ni siquiera te querras bajarte pero haciens solo falta que te acostumbres pero pasando en tiempo y despues de ver todo lo que se presenta en el trascurso de tu traslado llegara el momento que estrañaras el trasporte publico ya que las panto aventuras que pasabas en ellos son inolvidables pero el tener tu propio trasporte aun prestado es bueno ya que simbre encuentras haciento escuchas la nmusica que quieres y puedes poner a tu lado ala persona que quieres he ir a donde quieras y ala hora mque quieras
    bye me despido

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