A una semana de la elección federal – concurrente con las de gobernador, diputados locales, presidentes municipales, delegados y asambleístas en varios estados de la república y el Distrito Federal – que este 2015 decidirá quienes ocuparán las quinientas curules de la cámara de diputados, parece que la discusión principal no es por quien votar, sino si votar por alguien, anular el voto o de plano abstenerse.
La discusión entre votar por alguien o anular el voto es ociosa porque no conduce a ningún lado; la realidad es que quien acude a la casilla y deposita su boleta en la urna, convalida al sistema político por ese simple hecho. Me parece ingenuo creer que un alto porcentaje de votos anulados – que además no se dará – va a provocar un sacudimiento en las instituciones políticas.
En la anterior elección ´intermedia´, la de 2009, el proceso comicial sirvió para darle continuidad a un gobierno ilegítimo de origen, aquel producto de la elección de 2006, cuyo resultado oficial fue producto de la ilegal intervención del presidente Fox, de los organismos empresariales y del ineficiente y tramposo IFE de Ugalde; estos y otros factores impidieron el desarrollo de la incipiente democracia mexicana. No le robaron la elección a una persona, le quitaron a los ciudadanos el derecho a elegir su gobierno, lo que fue más grave y de peores consecuencias, como ahora vemos. Por esa necesidad de parchar lo roto se dio una reforma política que ha demostrado ser intrascendente.
Los problemas de México son estructurales, necesitamos un nuevo pacto social, una nueva constitucionalidad, nuevos caminos políticos que surjan de la sociedad organizada. No hay, no puede haber, actores diferentes porque la tragicomedia nacional es la misma y una elección más no cambiara ni el guión ni el escenario.
Así que creo que la única disyuntiva real es ir a la urna o no hacerlo, sabiendo que esto último tampoco servirá de nada.
Ahora bien, como es cierto que en este momento no se ve por donde pueda surgir una alternativa con posibilidad de modificar, modernizar ni adecentar el ineficiente y podrido sistema político mexicano y que seguiremos viendo al mismo corrupto sistema partidario cruzar el río fangoso de la impunidad, en mi próximo texto diré que me parece adecuado hacer en esta elección.
Este pendiente.