Al término del feudalismo, surgieron formas de gobierno con características más complejas que las que primaron en la Edad Media. Nicolás Maquiavelo, el pensador renacentista tan mal comprendido e injustamente tratado – maquiavelismo se utiliza equivocadamente en política como una acción indebida, inmoral o incorrecta – denominó «Estado» a este nuevo concepto de organización política; el florentino consideraba que el gobernante – el «príncipe» – debía tener conocimiento de las necesidades y exigencias del Estado para mantenerlo en las mejores condiciones posibles y denominaba a esta necesidad de saber para actuar y ordenar del modo más conveniente «razón de estado». El Cardenal Richelieu consideraba que el éxito de una política basada en «razón de estado» dependía fundamentalmente de la capacidad para evaluar las relaciones de poder; para esto debían conocerse las motivaciones de los actores políticos.
A partir de esta teoría de la razón de estado se han justificado innumerables abusos, y aun crímenes, por parte de los gobiernos contra adversarios de toda índole, Por la patria, la soberanía y las instituciones, o por alguna idea similar – que frecuentemente cada quien entiende como le conviene – esta permitido todo. Desde luego que esta manera de entender la «razón de estado» es perversa e inaceptable en una sociedad que aspire a vivir en un estado de derecho; el estado de derecho es el que debe definir el límite de la acción por razón de estado. En realidad es simple.
Todo lo anterior, lo menciono porque nos hemos enterado de intervenciones ilegales en las comunicaciones entre factores de poder; políticos, activistas , líderes sociales, disidentes, han sido espiados por agentes de gobierno a través de métodos diversos, particularmente electrónicos, con tecnología sofisticada. Seguramente, la explicación de los descubiertos espías tendrá como base necesidades de seguridad, razones de estado.
El estado de derecho, la democracia en que, dicen, vivimos en México, las leyes e instituciones, garantizan libertades que no pueden ser conculcadas por «razón de estado». Es inaceptable violar la ley para aplicar la ley, vulnerar el derecho para preservar el estado de derecho. Por no mencionar que, a la vista de la realidad cotidiana, las transgresiones legales se utilizan para que los que mandan conserven el poder, no para que el Estado mantenga las mejores condiciones posibles, como aconsejaba Maquiavelo.