Recién apareció en exhibición Obsesión (Broken vows), ópera prima del nacido en Belgica Bram Coppens, una película –malita, por cierto– sobre un sicópata (Wes Bentley) que justo eso: se obsesiona con una mujer (Jaimie Alexander) que está a punto de casarse y con la cual tuvo un azaroso affaire de una sola noche. Tiene algunos “hoyos” de guion monumentales y, en general, es muy poco lo que se salva en ella. Pero la menciono porque su título al español, Obsesión, que no corresponde al original (Votos rotos), es cuando menos la 3ª ocasión que se ocupa entre nosotros para distribuir un film. Eso sí, las dos veces anteriores con total justificación, por coincidir con el título original de cada película: Ossessione (1943), de Luchino Visconti (adaptada de la novela El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain), y Obsession, de Brian De Palma, sobre un tipo que durante un viaje a Italia se encuentra con –y se enamora de– una mujer idéntica a su fallecida esposa. Ambas son cintas estupendas, por lo cual lamento aún más que le hayan adjudicado el mismo título a Broken vows. No tanto por estar a años luz de las mencionadas, sino porque puede confundir en cualquier referencia o charla “sobre esa película llamada Obsesión” (¿de cuál de las tres estamos hablando?). Así que cuidado.
Por otra parte, resulta de interés asomarse a la cinta francesa El cielo esperará, de Marie-Castille Mention-Schaar, por el asunto que aborda: usando internet y redes sociales, la reclutada “conversión” al yihadismo de adolescentes impresionables, que fractura sus vidas y las de sus seres queridos. Los eventos se ubican en Francia, pero la película deja claro que esta dolorosa realidad es un fenómeno mundial. Las actuaciones son de primera (en especial las de las jovencitas protagonistas, ya captadas por ISIS), mientras que el guion escrupulosamente evita cualquier concesión comercial. Además, plantea un equilibrio interesante: mientras que Sonia (Noémie Merlant) va gradualmente reconstruyendo su vida original (si bien desde la confusión y la depresión), Melanie (Naomí Amarger) se sumerge en una espiral de fanatismo y esclavitud emocional. Mientras tanto, el entorno de sus familias (y de las de otros “reclutados”) –mostrado tanto en tiempo presente como en flashbacks— hace núcleo en hablar y reunirse en grupos de apoyo, al amparo de Consejeros, para intentar descubrir en qué y cuándo se equivocaron y cómo fue que no vieron venir la trágica situación. Sobra decir que esas familias están emocionalmente rotas. No hay duda, El cielo esperará es –más allá de buena o no– una película imprescindible por encender focos de alerta absolutamente pertinentes, más a la manera de ruego que de denuncia.
Finalmente, comparto aquí una noticia igual de sorpresiva que estimulante. El extraordinario realizador iraní Asghar Farhadi –que nos ha regalado, entra otras, las notables Una separación, El pasado y El viajante— recién inició el rodaje de su 8º largometraje: un thriller psicológico llamado Todos lo saben, con un presupuesto confirmado de 10 millones de euros. Esto ya es relevante, pero se torna muy especial porque estará hablado en español y, sobre todo, porque el cast incluye los muy occidentales nombres de Penélope Cruz, Javier Bardem y Ricardo Darín, consentidos de las audiencias los tres. El guion es del propio Farhadi y tiene que ver con el viaje de Buenos Aires a España de una familia, para estar en una celebración. Pero ciertos inesperados eventos complican seriamente las cosas y, claro, dan lugar al conflicto de la película. Conflicto que, según se comenta, cambia por completo la vida de Carolina (el personaje-guía) y su familia. Asghar Farhadi es genuinamente uno de los directores contemporáneos más interesantes que uno pueda encontrarse. Y si al suyo sumamos los nombres de Bardem, de Darín, de Cruz, no hay duda de que Todos lo saben se convierte desde ahora –aunque apenas esté filmándose– en una cinta de alta expectativa.
