Como pasa cada año, al regreso del Festival Internacional de Cine de Guadalajara lo que toca es una suerte de desempance…viendo películas, cual corresponde. Mexicanas, ahora mismo hay varias en cartelera, en tono de comedia como ya se ha hecho costumbre: La boda de Valentina, de Marco Polo Constandse, con la guapa Marimar Vega; Todo mal, de Issa López (co-escritora, por cierto, de La boda de Valentina); Tuya, mía, te la apuesto, de Rodrigo Triana, hijo del conocido realizador colombiano Jorge Alí Triana; e incluso la animación Marcianos vs mexicanos, de Gabriel y Rodolfo Riva Palacio Alatriste, con el atractivo extra de las voces de Angélica Vale, Omar Chaparro, Eduardo Manzano y Adal Ramones. Además, ya se anuncia Hasta que la boda nos separe, ópera prima de Santiago Limón, también comedia, que en este momento, cual lo mencioné arriba, pareciera ser el único tono posible para todo lo que hoy se produce en México.
Por otra parte, entre la oferta de cine no-nacional pueden verse: Basada en hechos reales, drama de misterio de Roman Polanski, que no dirigía desde el 2013; María Magdalena, de Garth Davis, cuya explicación está en el título mismo, asignado el rol a Rooney Mara; El proyecto Florida, de Sean Baker, drama (de principio no lo parece) que significó a Willem Dafoe la nominación al Oscar y al Golden Globe como actor de reparto; Operación Red Sparrow, de Francis Lawrence, thriller de espías estelarizado por Jennifer Lawrence, ya convertida en la actriz mejor pagada del mundo; y el documental Hare Krishna: el Swami que lo comenzó todo, de John y Jean Griesser, sobre Srila Prabhupada, el septuagenario hindú que fundó en los 60s el Movimiento Hare Krishna. La oferta es variada, sí, pero eso no garantiza una calidad consistente ni siempre elevada. Sólo acercándose a verlos podemos saber, como público, qué tanto estos films valen la pena.
Y en cuanto a lo que se aproxima, genera expectativa, por qué no, la fantasía familiar Un viaje en el tiempo (A wrinkle in time), 4º largometraje de ficción de Ava DuVernay, producción de los Estudios Disney. Está basada, claro, en la novela de Madeleine L’Engle, y tiene un reparto atractivo, con Oprah Winfrey, Reese Witherspoon, Chris Pine y Michael Peña entre los nombres más conocidos, con Storm Reid como Meg, la niña que –acompañada de su hermano y de un amigo– viaja por el universo en busca de su padre, un científico desaparecido. Hay que decir, eso sí, que la crítica ha tratado a la película con mucha reserva, e incluso que la reacción de las audiencias también ha sido poco favorable. Hay que verla, a fin de normar nuestra propia opinión. Y además está por llegar Ready player one: comienza el juego (Ready player one), la nueva aventura sci-fi de Steven Spielberg, que por obvias razones genera expectativa. También proviene de una novela, transcurre en 2045 y tiene que ver con una realidad virtual llamada OASIS, en la que los límites sólo los decide tu imaginación. Muy Spielberg, en efecto.
Pero cosas como ver cine, disfrutarlo y hablar de él, pasan a un término muy inferior, mínimo, ante eventos tan tristes como la desaparición de los tres estudiantes –de cine, precisamente– ocurrida en la zona de Tonalá, en el Estado de Jalisco, Al momento de escribir esto, Javier Aceves Gastélum, Marco Ávalos y Daniel Díaz, alumnos de la Universidad de Medios Audiovisuales (CAAV), veinteañeros los tres, no aparecen. Así han estado, desaparecidos, desde el lunes 19 de marzo; apenas tres días después –vaya ironía– de culminar en Guadalajara la edición 33 de su tradicional Festival Internacional de Cine, con fiesta, lujo y glamour. Esa imagen de Jalisco, pujante y grata, rota de golpe por la violencia, como viene sucediendo en el país entero. No sobra externar de nuevo el deseo y el clamor de todos: que estos chicos aparezcan sanos y salvos a la brevedad, y que los perpetradores de su secuestro no queden impunes. Que así sea.