A propósito de la final de la Copa del Mundo en Sudáfrica, me llama mucho la atención el contraste tan grande entre la alegría de aquél que triunfa y la inmensa tristeza de los que durante años se prepararon y lucharon para alcanzar la victoria y no lo lograron. Con el ánimo derrotado tienen que decir adiós no sólo a la afición que los siguió y apoyó durante mucho tiempo, sino a sus sueños e ilusiones, lo cual me parece aún más duro.
La vida está llena de despedidas, desde que somos pequeños la primera y más fuerte es la que experimentamos el primer día en que acudimos a la escuela, el maternal o guardería. Para la mayoría de nosotros fue (aunque no lo recordemos) la primera separación de nuestra madre, y no sólo es fuerte para el chamaco que, desde luego lo expresa con fuertes alaridos durante dos horas, también la madre sufre este desprendimiento, pero al correr de los días (dos cuando mucho), ambos se van acostumbrando.
Así seguimos encontrando cosas y personas nuevas y diciéndoles adiós a otras. A quienes como a mí les ha tocado cambiar de lugar de residencia varias veces y por consiguiente de escuela, sabrán lo que duele dejar a tus compañeros de salón, vecinos de la colonia y amigos que conoces durante algunas etapas de tu vida. Y a quienes han vivido siempre en la misma ciudad y en la misma colonia, seguramente les ha tocado decirle adiós a alguien que tuvo que partir con rumbo desconocido (o conocido ¿no?, pero se oye más romántico así).
Son tristes las despedidas, para quien se queda y para quien se va, tiene una ventaja el que parte, se encontrará con un panorama diferente que descubrir, conocerá nuevas caras, vivirá experiencias diferentes y el que se queda pues extrañará al amigo por un tiempo y después continuará con su rutina normal, realmente no pasa nada, aunque sí se siente la ausencia. Hoy en día ayudan mucho las redes sociales y el internet para continuar en contacto con aquellos que se van y evitar en la medida de lo posible perder una amistad.
Las peores son aquellas en las que sabes que la persona que se va no regresará jamás, que nunca volverás a abrazarla, a escuchar su voz, a sentir su presencia. Aunque la lleves en el recuerdo siempre, físicamente ya no está. Muy triste cuando sabes que el final se acerca, sin embargo tenemos la oportunidad enorme de apapachar, hablar, pedir perdón si es necesario, cuidar de ellos y prepararnos para el adiós. Peor aún cuando ni siquiera tienes tiempo de despedirte, cuando de un momento al otro esa persona a la que quieres ya no está a tu lado.
Papi, me acordé mucho de ti el día de la final, me hubiera encantado compartir contigo este momento. Disfruta el triunfo de tu selección en donde quiera que estés. ¡TE AMO , SIEMPRE!
Foto: Caromicforever1
Ana Cristina Sánchez Muñoz
Anita, si, si y si, las partidas siempre son dolorosas tanto para el que se va como el que se queda, y mira que a los dos ya nos ha tocado de parte y parte, pero bueno, me escucharé muy Pipis pero eso forja nuestro carácter y pues hay que sacar el mejor provecho de lo que se vive.
Difícilmente te encontraras una persona que no tenga nunca que dar un Adiós en vez de un hasta luego, es como parte de la sociedad.
Pero también como decías, el Internet acerca ahora a «las masas» mejor que un brassiere, así que no hay que desanimarse y eso si, disfrutar de los que están cerca porque quien sabe cuando puedan los destinos agarrar caminos diferentes. un abrazo!!