Los días recientes fueron de ver comedias, lo que siempre es grato, aunque desde luego las hay mejores y peores. Una de ellas es Sexy por accidente (su título original, I feel pretty, es mucho mejor), de Abby Kohn y Marc Silverstein, con un resorte dramático prometedor: Renee (Amy Schumer), chica insegura por sentirse poco atractiva, se golpea en la cabeza. Bendito accidente, porque a partir de eso ella se ve y se siente hermosa, sexy, una modelo, aunque luce exactamente igual (de ahí el tagline-gancho: Change everything, without changing anything). Es entonces que la actitud y autoestima de Renee dan un giro de 180 grados, alborotando en serio su entorno. Lástima que siempre exista la vanidad…
Sexy por accidente tiene realmente buenos momentos, y a Amy Schumer en plan temerario, pero restringe las posibilidades de reflexión (lo más importante), mientras que justo desborda lo comédico por una razón evidente: adolece de un rango mayor de sutileza. Porque (sí) la sutileza también importa, y mucho, en la comedia. De todas formas, su idea conclusiva —eres tan atractiva como te sientas atractiva— es de agradecerse, sobre todo complementada en la película con esta otra: la belleza física no te hace mejor que los demás. Y para confirmarlo, Emily Ratajkowski y Michelle Williams –dos guapas innegables– asumen aquí meros roles de soporte. En resumen, Sexy por accidente es una cinta momentáneamente grata, olvidable después, cuyo mayor atractivo, ya lo dije, es Amy Schumer: un huracán de temeridad y convicción.
Por su parte, Cuando ellas quieren (Book Club), de Bill Holderman, acude a un recurso que en lo personal poco festejo: el de castear a figurones para que aparezcan en situaciones y/o disyuntivas “crepusculares”; es decir, como viejitos ante la posibilidad de una última cana al aire, o similar. En este caso, encarnando “mejores amigas”, son los personajes de Diane Keaton (viuda), Candice Bergen (divorciada), Jane Fonda (soltera eterna) y Mary Steenburgen (casada), cuyas vidas incompletas mucho se alborotan a partir de la lectura de 50 Sombras de Grey. Respectivamente les acompañan, entrometiéndose justo en sus alborotos, los siguientes varones necesarios: Andy García, Richard Dreyfuss, Don Johnson y Craig T. Nelson.
Cuando ellas quieren fundamentalmente descansa en el talento y la química de las “chicas” mencionadas (13 nominaciones y 4 Óscares las contemplan), que son estupendas actrices y aquí evidentemente tienen un verdadero día de campo. A partir de eso las situaciones, más y menos verosímiles, se tornan apenas contexto para verlas evolucionar, desde el “pretexto” que les significa 50 Sombras de Grey…y su secuela…y su secuela. Al final, Cuando ellas quieren no puede pensarse como una gran película –su guion respeta en exceso las edades de las protagonistas– pero sí como una grata y ligera, a ratos muy graciosa, con dos o tres buenas sorpresas, que principalmente vale el boleto, como ya dije, por sus actrices (Candice Bergen me parece la más disfrutable). Por cierto, por ahí aparece como una de las hijas del personaje de Diane Keaton, Alicia Silverstone, estelar en los 90s, (¿la recuerdan en Ni idea o como Batichica en Batman & Robin?), quien por alguna razón extravió este status, aunque no ha dejado de trabajar. Y es que, cuando ellas quieren…
Por último, por la vía del DVD regresé a otra comedia, cuasi-melodrama: la noventera Visa al Paraíso (Defending your life), de Albert Brooks, estelarizada por Meryl Streep y el propio Brooks. En ella, sus personajes –ambos fallecidos– llegan a Ciudad del Juicio, una escala hacia la vida eterna, en la que cada cual deberá justificar ciertas conductas de cuando estaban vivos. De convencer al “Jurado” podrán continuar el viaje; si no, deberán volver a la tierra a corregir sus fallas. La premisa vale la pena, Streep está luminosa y Brooks con un timing envidiable (además, un rico soundtrack “Oh so 80s!”).