Este 2021, cuatro películas de cineastas mexicanos llegan al rango de quinceañeras. A fin de recordarlas, las comento aquí en orden alfabético, iniciando con Babel, dirigida por Alejandro González Iñárritu y escrita por Guillermo Arriaga. En ella, cuatro historias (en diferentes geografías) se conectan trágicamente a partir del disparo de un arma de fuego. Más serena –de menos moviola– que las cintas previas de su director, Babel se aleja también de las formas narrativas tradicionales. Las historias que le dan sustento argumental tienen que ver con el desamparo; con esa miseria íntima que surge de un hecho fuera de nuestro control, ante el que la única sensación inmediata es la impotencia. Y es en el choque de culturas –tratado con mucho respeto y hasta con ternura por Iñárritu– donde está, latente siempre, el riesgo de intolerancia y conflicto cuando la fraternidad desaparece. A Babel podrá reprochársele que es larga e incluso reiterativa en un par de secuencias; muy poco para desmerecer una obra emotiva, de gran corazón, llamada a permanecer en nuestra razón y sensibilidad por largo tiempo.
El laberinto del fauno se ubica en la España franquista. En ella, la preadolescente Ofelia descubre, en una propiedad rural, un laberinto subterráneo en el que habita un fauno. Éste le revela que ella es en realidad una princesa reencarnada, que deberá ganar el derecho a gobernar su mundo mágico original, al lado de su padre verdadero. Mientras tanto, arriba en la superficie, su padre adoptivo –un militar– reprime cruelmente a los rebeldes ocultos en la montaña. Es así como Ofelia oscila entre los polos de lo fantástico y lo real, y de la bondad y la barbarie. El director Guillermo Del Toro aprovecha, sin hibridez, al cuento de hadas, a la violencia del thriller adulto y a las consecuencias represivas de la guerra civil española, para entregar una fábula de inocencia y brutalidad cuyos detalles y atmósfera son inesperados. Una película tan interesante y entretenida, como sugerente y conmovedora.
Los hijos del hombre. Su escalofriante premisa pasa por un escenario cuasi-apocalíptico: lo que sufriría el mundo en caso de una total infertilidad de las mujeres. Y ante eso, de entre todo lo malo posible, lo más inmediato sería la pérdida absoluta de esperanza. Sin niños, sin la promesa de nuevas generaciones, ¿luchar para qué, para quién? El argumento se ubica en la Inglaterra de 2027, tras 18 años sin un solo nacimiento humano. De hecho, la película arranca de un anuncio mediático demoledor; el asesinato de la persona más joven del mundo: un argentino de 18 años apodado el bebé. Pero de pronto y sin explicación aparece una mujer embarazada, llevando en su vientre lo que sólo puede ser un milagro para la renovación de la fe perdida. Por ello y por todo lo que implica, se torna vital protegerla. Así, son incuestionables la claridad y humanidad de su mensaje.
Finalmente, Los tres entierros de Melquiades Estrada está dirigida y actuada por Tommy Lee Jones, pero escrita por Guillermo Arriaga. Se asoma de cerca a la lealtad, entre hombres y a los principios. Su historia se cuenta en dos tiempos: los flashbacks ubican a los personajes y sus relaciones, mientras que el presente muestra los eventos relativos a la muerte de Melquiades –un indocumentado mexicano a quien el personaje de Lee Jones considera su mejor amigo– así como el viaje/odisea que se emprende para cumplir su deseo de inhumarle en su tierra. Dicho itinerario, de resonancias febriles y poéticas con momentos inolvidables, marca a los personajes al desdoblar en una cadena de emotivas vivencias. Como ejemplo, obliga al Border Patrol culpable de la muerte de Mel a cuestionar su concepto de sí mismo, y por supuesto, a replantear su mirada sobre aquellos diferentes a él. No es un film de venganza, sino uno (aún desde el desquicio) que no sólo enaltece la amistad, sino por igual al honor, la dignidad y la fraternidad. A tal grado, que quizá ninguna otra cinta reciente ha hecho tanto por la imagen del ilegal mexicano como esta.