Revisando apuntes en casa, encontré una columna que escribí a fines de 2020, durante el confinamiento, que no se publicó por motivos que ya no recuerdo. Su propuesta eran tres ciclos fílmicos para ver en casa –ante la necesidad de no salir– que ayudaran a transitar por esa ruda pandemia sin visos de concluir. La idea, permear una cierta cohesión o identidad, que aportara, desde el conjunto, una experiencia de mirada más completa.
El primer ciclo: cuatro cintas mexicanas de este siglo, centradas en mujeres. Arráncame la vida, de Roberto Sneider, ubicada en el México caciquil de los 30s. Aunque fluida y de minuciosa/elegante ambientación, es sin embargo extrañamente fría, lo que corresponde poco a una historia de pasiones y poder. Miss Bala, de Gerardo Naranjo, en la que una sencilla aspirante a Miss Baja California queda como rehén del narco, esclavizada por la impotencia (el foco protagónico justo es el miedo). Los adioses, de Natalia Beristáin, espléndido trabajo que recoge etapas de la vida de Rosario Castellanos, en la difícil sinergia de su evolución como escritora, con su incansable lucha feminista y su tormentosa relación de pareja. Las niñas bien, de Alejandra Márquez Abella; en la que –de un día para otro– una niña bien queda arruinada, durante la crisis del último año de López Portillo en la presidencia. Muy lejos de ser una comedia paródica, resulta una espléndida fábula de apariencias, de artificios, de intrigas y desengaños.
El segundo: films españoles del siglo XXI, que dan acceso a comedia, melodrama y drama. Mar adentro, de Alejandro Amenábar –racional y emotivo al mismo tiempo– sobre el pescador Ramón Sampedro, quien a los 26 años queda tetrapléjico, a partir de lo cual emprende una lucha de tres décadas para que se le permita una muerte prematura. El séptimo día, de Carlos Saura, basada en hechos reales: el definitivo ajuste de cuentas entre dos familias de Badajoz, por una rencilla de más de 30 años. Una reflexión sobre la intolerancia humana, tan irracional y rencorosa que sofoca cualquier posibilidad de distensión. Blancanieves, de Pablo Berger, adaptación del cuento de los Grimm a la Sevilla de los 20s, sin diálogos, con hermosas música y fotografía en blanco y negro. Una historia de amores vigentes con sentimiento trágico, llevada hacia adelante por el palmeo andaluz. Julieta, de Pedro Almodóvar, que muestra al personaje epónimo en dos etapas, entre rupturas familiares y pérdidas. Melodrama intenso, incluso de rasgos trágicos, que explora el tema de la culpa. Los amantes pasajeros, de Almodóvar, que transcurre en un avión que presenta averías durante el vuelo. Comedia pintoresca, recurrentemente absurda, con la que Pedro regresa a su proverbial tono fársico. Disfrutable, sin que se le agradezca todo.