Como ya se sabe, los 15 Golden Globes al cine se repartieron de esta forma: 5 para Oppenheimer, de Christopher Nolan (Película Dramática, Director, Actor Dramático, Actor de Reparto y Música Original); 2 para Anatomía de una caída, de Justine Triet (Guion y Película en Idioma Distinto al Inglés); 2 para Los que se quedan, de Alexander Payne (Actor de Comedia y Actriz de Reparto); 2 para Pobres criaturas, de Yorgos Lanthimos (Película de Comedia o Musical, Actriz de Comedia); 2 para Barbie, de Greta Gerwig (Logro Cinematográfico y de Taquilla, Canción Original); 1 para Los asesinos de la luna, de Martin Scorsese (Actriz Dramática), y 1 para El niño y la garza, de Hayao Miyazaki (Película Animada). Hay que aclarar qué entiende la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood –la agrupación que entrega los Globes—por “Cinematic and Box Office Achievement” (Logro Cinematográfico y de Taquilla, el premio a Barbie): “Recaudación que alcance 150 millones de dólares de taquilla –de los que al menos 100 provengan de la taquilla doméstica– y/o una audiencia proporcional de streaming digital, reconocida por fuentes confiables de la industria”. Las ganancias de una película, pues.
¿Sorprendieron estos resultados? No tanto. Quizá se esperaba algo más para Los asesinos de la luna, pero tal vez sólo porque la dirigió Scorsese. Decir también que en la categoría de Película en Idioma Distinto al Inglés, no ganó Hojas de otoño, de Aki Kaurismaki, que además de sus rotundos méritos fue percibida (me lo parece) como favorita sentimental. Esto no significa que Anatomía de una caída haya sido injusta ganadora; no olvidemos que incluso apareció nominada entre las cintas aspirantes a Película Dramática. ¿Hubo otros favoritos sentimentales que no recogieron el premio? Probablemente –a discutir– Martin Scorsese (Director), Margot Robbie (Actriz de Comedia), Ryan Gosling (Actor de Reparto), Jodie Foster (Actriz de Reparto) y Super Mario Bros.: la película (Película Animada), así como la canción de esta última, Peaches (Canción Original). A discutir, dije. Más allá de todo esto, cabe como reflexión de fondo que ganar premios no debe ser “el” objetivo cuando se hace una película o cualquier otra obra artística. Bienvenidos los premios –desde luego– pero como consecuencia, y en agradecimiento, de la calidad y nobleza de trabajos capaces de enamorarnos, de transportarnos, de conmovernos, a partir de búsquedas y cualidades humanas y creativas. Claro, no todos lo entienden así, con resultados de frecuente frustración más que de otra cosa. Pero bueno, ¿habrá quien no quiera ganar premios? Seguro que muy pocos.
Por cierto, Netflix ya está pasando La sociedad de la nieve, de J.A. Bayona, una de las seis cintas nominadas al Globe a Película en Idioma Distinto al Inglés. Coproducida por España, Chile, Uruguay y EEUU, tiene que ver con el accidente aéreo, en octubre de 1972, sufrido por un equipo uruguayo de rugby que viajaba con rumbo a Chile. Su avión, de la Fuerza Aérea Uruguaya, se estrelló en la enorme, inclemente, cordillera de los Andes, sobreviviendo una veintena de personas pero en las más terribles e inhóspitas condiciones: sin alimentos, ni equipo, ni preparación para enfrentarlas. Este caso, tan fuerte, ya ha sido tratado por el cine, en dos ficciones y algunos documentales. Una de esas ficciones es de producción mexicana: Supervivientes de los Andes (1976), de René Cardona, por completo descartable, sin mérito ni pudor alguno. La otra, estadounidense: ¡Viven! (1993), de Frank Marshall, digna, cuidadosa y respetuosa en su ilustración de esta tragedia. Ya sin espacio para ahondar al respecto, adelanto que La sociedad de la nieve es lo mejor que se ha filmado sobre este accidente y sobre las inauditas vivencias posteriores…a lo largo de más de dos meses. Está anunciada como la película representante de España para el Oscar, en la categoría de Film Internacional. No dejen de verla.