La sociedad de la nieve es una película muy intensa –no podría ser de otra manera– pero también cuidadosamente balanceada, así como pudorosa y contenida en las aristas más difíciles del terrible pasaje que relata. Dirigida por J.A. Bayona –y muy bien actuada por actores (uruguayos, argentinos) poco conocidos– tiene que ver con el accidente aéreo, en octubre de 1972, sufrido por un equipo uruguayo de rugby y sus acompañantes (en total 45 personas), en viaje rumbo a Chile. Su avión, de la Fuerza Aérea Uruguaya, se estrelló en la enorme, inclemente, cordillera de los Andes, sobreviviendo casi treinta de ellos, pero en las condiciones más adversas e inhóspitas: sin alimentos, ni equipo, ni preparación para enfrentarlas. A partir de eso, con la intervención de una voz en off finalmente sui generis, se nos narran los eventos de los siguientes 71 días, en vertientes que, como un péndulo, oscilan entre la tragedia y el milagro (conscientes los espectadores de que todo procede de muy dolorosos hechos reales), en un entorno tan meticulosamente ambientado que, por ejemplo, el frío –congelante, claro– te cala hasta los huesos.
La película es una coproducción de España, Chile, Uruguay y EEUU. Está realizada con maestría en cada detalle, en cada aspecto formal y argumental, con un escrupuloso, agradecible respeto. La trama se nutre, claro, de todo eso relativo al accidente (en pantalla, espeluznante) y a sus consecuencias; los eventos físicos, pues. Pero en paralelo surge y florece la historia –los eventos emocionales– que se hacen uno con la tragedia ya con la óptica en temas fundamentales: la fortaleza del espíritu humano, la fraternidad, la reciedumbre y, desde luego, la esperanza…contra todo pronóstico. Es así, de manera orgánica y equilibrada, como conocemos y enfrentamos los sucesos: la ilusión de los chicos por el viaje, el accidente, el shock de los primeros días; el duelo en la montaña por los familiares y amigos muertos; el inexorable desgaste físico, ante la rápida extinción de los recursos; la desesperación, que va tornándose desesperanza; las tan dolorosas decisiones extremas y, por fin, la virtualmente imposible apuesta final: un último “matar o morir”, muchos días después de enterarse (a través de un radio) que las autoridades han suspendido su búsqueda. Todo ello, entre una hermandad, un cariño, sacrificios y una solidaridad siempre mayores a cada revés o desencanto. Es por todo esto que La sociedad de la nieve se erige como una película poderosa, inolvidable, enalteciendo –con la estatura y dignidad que merece– una de las más conmovedoras odiseas de la historia latinoamericana. Será la representante de España para el Oscar a Film Internacional. Véanla a través de Netflix.
Por otra parte, aviso que ahora mismo puede verse, en salas, una cinta argentina de horror que bien vale la pena. Se trata de Cuando la maldad acecha, quinto largometraje del bonaerense Demián Rugna. Se ubica en alguna zona rural argentina, sobre un argumento relativo a dos hermanos que luchan por eliminar a un “embichado” (entiéndase un poseído que está por “dar a luz” a un nuevo demonio), buscando evitar consecuencias terribles a sus seres queridos y comunidad. Pero al intentarlo, sus acciones se salen de control y sólo generan males mayores. No la comento aquí a fondo, pero Cuando la maldad acecha es sumamente efectiva y original. Su tagline no puede ser más inquietante: “No tiene caso rezar”. Recién en octubre fue la película ganadora del Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña de Sitges –por aclamación, podemos decir– después de su estreno en el Festival de Toronto. Créanme: su horror realista es en verdad escalofriante. Y algo más: ya puede verse por Apple TV Los asesinos de la luna (Killers of the flower moon), de Martin Scorsese, cuyo paso por salas cinematográficas fue efímero, sobre todo por sus 206 minutos de duración. Su reparto es irresistible: Leonardo DiCaprio, Robert De Niro, Lily Gladstone, Brendan Fraser, Jesse Plemons, et al. Basada en hechos reales.
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