Si bien de temperamento dulce, Fátima Ferreira (Mónica Huarte) –ya en sus 40s– es una mujer no emocionalmente estable. En buena medida por la trágica pérdida de su madre a temprana edad, para una infancia difícil. Hablo de la protagonista de Señora influencer, de Carlos Santos, la cinta mexicana más exitosa de 2023. Fátima se esfuerza, eso sí, por perfilar una normalidad que, iremos descubriendo, en esencia es artificial. En medio de una de sus crisis (después de un incidente con una escuincla malcriada), se las arregla para comprar un teléfono celular, con la idea de familiarizarse con lo on-line y las redes sociales, mundos que le son por completo desconocidos. Inesperadamente –sin pretenderlo y sin saber a las claras por qué– en pocos días Fátima se convierte en un “activo” viral de la internet, lo cual conduce, claro, a que de inmediato le surjan “amistades”, “afectos”, que sólo pretenden sacar raja de su popularidad (mayoritariamente nutrida de burlas crueles) para capitalizarla en favor de sus propios intereses. La ingenuidad de Fátima, emparentada con su inexperiencia en estos ámbitos, impiden a la nueva y madurita influencer darse cuenta de dichas malsanas intenciones, dejándose arrastrar a una vida vacía –cuan más superficial– de trends, feeds, likes, hate y demás “modernidades” que, en los tiempos que corren, conforman las relaciones “personales”, dejando lo vivencial-presencial en peligro de extinción.
Releyendo lo anterior queda evidente un universo propicio para lo paródico-humorístico, lo cual refuerza el título de Señora influencer. Pero ese clima, esa percepción –presentes de inicio– gradualmente se trastocan hasta incluso desaparecer. Los rasgos de una presumible comedia de enredos dan lugar a prácticamente otra película, en la que las circunstancias mueven a Fátima de víctima a otra cosa, grave también. ¿Habrá leído, en algún momento de su bucear on-line, que la venganza es un platillo que se sirve frío? Eso o algo más, pero giros poco sutiles conducen a la cinta a una suerte de (raro) thriller en el que la verosimilitud desfallece –es una lástima– debilitando lo que hasta entonces Señora influencer había construido con solidez y acierto. No obstante, permanece (en verdad agradecible) el ácido apunte crítico a la superficial frivolidad de quienes se ven y ostentan como rol models, como “decisivos”(?), para sus seguidores, que lejos de aprovechar la oportunidad de beneficiar y servir genuinamente, en su mayoría resultan elementales, fatuos, descartables. Así pues, según lo dicho, Señora influencerme resultó bastante más de lo esperado, pero menos de lo que las opiniones mayoritarias piensan de ella. Confirmo el balance como una película acaso fallida, pero de respetarse, que evitó con creces ser una comedieta anodina más (el gris sello actual de nuestro cine), en un intento de hacerse no meramente oportuna, sino también valiosa. Señora influencer exhibe en Prime Video.
Por cierto, el catálogo de dicha plataforma –Prime Video– ahora mismo presume diversos films recientes, muy relevantes. Entre ellos, Anatomía de una caída, de Justine Triet, ganador de la Palma de Oro en el Festival de Cannes y del Oscar en la categoría de Guion Original. Por igual, Zona de interés, de Jonathan Glazer, ganador del Grand Prix en Cannes y del Oscar a Film Internacional. Vidas pasadas, de Celine Song, ganador del Independent Spirit Award a mejor película y ovacionado a lo largo de todo el mundo. También, Días perfectos, de Wim Wenders –premio al mejor actor (Koyi Yakusho) en Cannes y una de las cintas consentidas de la crítica en 2023– y American Fiction, de Cord Jefferson, ganador del Oscar y del BAFTA a Guion Adaptado, así como del Premio del Público a mejor película en el Festival de Toronto. Además, en salas –donde la experiencia de ver cine es irrepetible– en este momento se destacan Desafiantes, de Luca Guadagnino, y Furiosa: de la saga Mad Max, de su creador George Miller. Lo que más se les antoje.