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¿Por qué al Necaxa?

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A mucha gente se le hace raro que a una mujer le guste tanto el fútbol, pero lo cierto es que en la actualidad el número de mujeres a las que les gusta, juegan, viven o ven el “fut” es cada vez mayor.

En mi caso, este deporte me empezó a gustar desde muy chiquita, lo vivo con pasión, grito, me enojo y hasta lloro jeje (y no es broma) Mi familia siempre ha sido “futbolera” así que eso ayudó mucho.

Hoy en día cuando en alguna plática sale el tema del “fucho” y se dan cuenta de que me gusta, es imposible que no te pregunten ¿a qué equipo le vas? Mi respuesta siempre ha sido al Necaxa y de verdad que con mucho orgullo lo digo.

Risas, ceños fruncidos y caras de sorpresa siempre aparecen en la persona que me hizo la pregunta. Acto seguido siempre dicen ¿por qué al Necaxa?

Pues bien, aquí la contestación:

Le voy al Necaxa por que a través de la historia he visto pasar jugadores muy buenos, como Ivo Basay, Alex Aguinaga, Ricardo Peláez, “el Matador” Luis Hernández, “el Picas” Becerril, “el Ratón” Sergio Zárate, Alberto García Aspe, Nacho Ambríz, “el Cuchillo” Herrera, “el Chema” Higareda, varios de ellos campeones con este equipo.

Le voy a los Rayos porque a partir del año 95 y con Lapuente de director técnico comienza una muy buena racha, llegando a tres finales consecutivas, ganando dos y perdiendo la última; Cruz Azul, Celaya y Santos respectivamente. En el 98, ya con nuevo entrenador, Raúl Arias, volvieron a ser campeones derrotando a Chivas.

Le voy a los Rayos por que hace unos años me dieron un regalo de cumpleaños maravilloso, conocer el estadio Victoria en Aguascalientes y me quedé con la boca abierta, es precioso.

En fin me tocó el equipo grande, me tocó verlos ser el equipo de la década y para estos momentos, los Rayos de Necaxa ya se había ganado mi corazón completamente.

Ahora no me queda más remedio que apoyarlos en la “División de Ascenso”, confío que regresaran al máximo circuito muy pronto.

Jessica Ovalle Ávalos

Yo era comunista

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“Freelancers de todos los países, uníos”

-Karl Marx (casi)

Música sugerida: “L’Internazionale” (si encuentran una versión con jarana jarocha mejor).

Hablar de ideologías me resulta complejo, pues desde pequeño me vi afectado por diferentes corrientes partidistas. Los abuelos, fieles defensores del único partido que existía realmente (sí, ese de los colores de la bandera… ándele, ese mero) y mis padres que fueron medio hippies aunque ahora lo niegan y cada quien jala por su lado, no sin antes haber pasado por un arcoíris, pero bueno, no se trata de ventilar a nadie que no sea yo.

En alguna etapa fui completamente anárquico y renegué de todo lo heredado y de toda ideología política, pero luego vino lo peor: fui comunista, pero sólo hasta que el capitalismo me dio una oportunidad. Dejé entonces mi diario del Ché, y el Kapital en el mismo rincón donde quedó mi playera con la estrella roja, sólo sobrevive un póster que por cierto no he pegado de nuevo. Hice cuentas y concluí que si repartimos la riqueza del mundo nos tocarán como 300 dólares a cada quién, no me alcanza.

La única forma que conozco de conseguir dinero es la que me enseñaron los viejos, trabajando. Chingándole duro como se dice allá en mi amado Chiltepec, y desde que lo intenté por primera vez entendí que de verdad funciona y que el que quiera azul celeste, debe mezclar azul marino con blanco. Cabe en este espacio una acalorada discusión sobre las oportunidades para todos, la falta de empleo, las situaciones de los distintos países, etc. Pero le dejo eso a los expertos, yo narraré mi entorno.

Encontré la forma de beneficiarme de lo que tanto renegué haciendo campañas políticas como diseñador freelance, sí, esas, las que contaminan, las que todos odiamos, las que están muy mal por donde sea que las veamos, supe que no cambiarían, pero sí ayudarían a que mi situación cambiara. Les confieso que es buen negocio, que gracias a esos ingresos pude llevar adelante una protectora de animales, cosa que siempre quise hacer y que de otra manera habría sido muy difícil lograr; ahora que viene una nueva temporada electoral, lo volveré a hacer sin problema alguno.

Sigo siendo fan de las causas perdidas, justas pero perdidas, y quien me conozca sabe que ayudo en lo que pueda sin tanta faramalla, pero no me santiguo si tengo que trabajar para algún candidato, en realidad yo no tengo un partido político, no creo en ninguno, pero en algunos de ellos he encontrado una oportunidad de lograr mis objetivos. Sí, soy un monstruo.

A lo que voy, es que cuando se trata de trabajo yo doy mi mayor esfuerzo, pongo mi talento y disposición y cobro por ello, aunque en muchos casos esto sea satanizado. Habría que analizar a los que hacen que compremos cosas que no necesitamos sólo por la publicidad, son unos genios, más allá de si están bien o mal, creo es cuestión de perspectiva.

Sigo protegiendo animales, medio ambiente y todas esas cosas. También me apasionan las estrategias de campaña, el acomodo de formas y colores, tipografía y estructura, pregnancia y forma. Además adoro comer bien y mucho. Estoy convencido de que el socialismo es perfecto sólo en teoría. Soy diseñador gráfico y capitalista, ¿y tú?.

Foto: CaioSan

Youl (esperando los chingadazos)

Puntualidad es educación

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Es más fácil encontrar al J.J. que a personas puntuales. Parece que el tema de llegar tarde es una gracia. Normalmente el que llega tarde te dice “perdón”, seguido del pretexto correspondiente “es que se ponchó la llanta”.

El peor y más desagradable de todos es cuando te dicen “es que había mucho tráfico”. Y molesta por varias situaciones:

1.- El tráfico es de drogas o de armas. Supongo que se refieren al “tránsito”, no al “tráfico”. El tránsito es pesado; es decir, circular por esa vía es difícil, o por lo menos lento.

2.- ¿Y yo llegué en alfombra mágica, me trajo un helicóptero o qué? Todos circulamos por el mismo camino, la diferencia es que tomé la precaución de salir de casa media hora antes y no diez minutos. No hablé por teléfono y me distraje y, lo más importante, respeté tu tiempo.

Así es. Alguien te dice: “nos vemos tal día, a tal hora y en tal lugar”. Perfecto. Llegas puntual al sitio. En contraparte no hay el mínimo rastro de quien te citó. Ni una llamada, ni un mensaje, un correo, algo que te avise que se complicó. Nada.

Supongamos que encargas un trabajo, digamos que de diseño e impresión. Te dicen “claro, sin problema lo tengo para el viernes” Asumes que si ellos te dicen y el día y la hora, es porque lo tienen todo calculado.

Evidentemente no hay capacidad, respeto, ni formalidad. Tienes que llamarlos un día después para recordarles que han pasado 24 horas desde que venció el plazo que ellos mismos establecieron.

Retoban, un tanto molestos. Pero te dicen “mañana tempranito”. ¿No se dan cuenta que treinta minutos después de la hora convenida ya eran muy impuntuales e informales? Si quedan en una hora, lo menos que pueden hacer es respetarlo.

Es igualmente desagradable cuando ya es una costumbre. Siempre que acuerdas una hora te llaman para decirte “voy saliendo de casa, pero ya voy para allá, se me hizo tarde porque no dejaba de sonar el teléfono”. ¿Y a mí qué? Si no puedes cumplir un horario establecido, no te comprometas. ¿Por qué yo si pude llegar a tiempo?

Algunos dirán “hay veces que se complica y aunque quieras no llegas a tiempo”. Podría ser, llega a suceder, pero el tema es que sea siempre que quedas con esa persona. ¿Cómo se soluciona? Orden, disciplina, formalidad, respeto, todo eso junto y encontrarán mejores resultados.

La citas se hacen en el horario que acuerdas; ni media hora antes, ni media hora después. Ahora, si tras diez minutos de espera, no hay comunicación alguna, puedes asumir que le vale gorro tu tiempo. Así que puedes retirarte del lugar sin remordimiento alguno.

Foto: mabel flores

Manuel Frausto Urízar

Qué memoria (parte 2)

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Prometí en mi post anterior que les daría algunas técnicas para mejorar la memoria y aquí me tienen cumpliendo con mi compromiso. Esto es el resultado de una amplia y minuciosa investigación que me ha llevado años, pero estoy segura de que mi sacrificio valdrá la pena. A todas aquellas personas que se quejan constantemente de que olvidan todo (menos quejarse de que olvidan todo), les comparto esta serie de consejos que pueden ser de gran utilidad, espero que los recuerden.

En primer lugar debemos de dejar de repetir que tenemos mala memoria, este es el mensaje que le estamos mandando al cerebro y lo hacemos tan frecuentemente que se lo cree, entonces funciona de acuerdo a este mensaje y bloquea la información que nos llega. Así es que empecemos por decir cada vez que podamos: “Yo tengo muy buena memoria”.

Hay ciertas reglas que los expertos llaman “mnemotécnicas” que son como truquitos que nos ayudan a facilitar el aprendizaje y se basan en relatos que nosotros mismos vamos creando, tomando en cuenta los datos que queremos memorizar.  Por ejemplo:

Técnica de la Historieta: Si quieres recordar una serie de números podría ser:

007-727-180-7-10-2230-2300-2.

El agente 007 subió al boeing 727. Vio una azafata de 1.80 m y decidió pedir un seven (7) up para poder hablar con ella. Vio su reloj eran las 10. El avión aterrizaba a las 22:30, la invitó a salir y quedaron a las 23:00. Cenaron y platicaron hasta las 2.

¿Qué tal me quedó? Esta historia me la fusilé, pero si son un poco más creativos que yo  pueden lograr un cuento muy divertido que difícilmente se les olvidará porque ustedes mismos lo crearon.

Hace algunos años asistí a un seminario sobre relaciones públicas, en el que te enseñaban, entre muchas otras cosas, técnicas para acordarte de los nombres y rostros de la gente que acabas de conocer. También aquí funciona que relaciones algún rasgo físico de la persona con alguien que ya conoces, puede ser un artista o un familiar y en el momento en que te presentan al susodicho repetir su nombre una o dos veces.

Y por último les doy un método infalible para que puedan recordar una lista de 10 cosas, funciona muy bien, pero en principio sí tienen que aprenderse diez palabras, están fáciles porque hacen rima con los números, ahí les va:

Uno-Humo; Dos-Tos; Tres-Res; Cuatro-Teatro; Cinco-Brinco; Seis-Rey; Siete-Flete; Ocho-Bizcocho; Nueve-Llueve; Diez-Pez.

Ya que te la aprendiste bien aprendida, inicia con la lista de diez cosas que debes recordar por cierto tiempo, por ejemplo artículos de la despensa, lo único que tienes que hacer es relacionar la palabra de la lista con lo que tienes que comprar. Si necesitas sardinas imagínate quemando una y por supuesto saldrá humo, así es que se hace la relación entre Uno-Humo-Sardina,  ¿me explico?

Podría darles la lista de diez artículos de la despensa pero no quiero abusar de su atención.  Cuando las cosas están relacionadas así, o sea más gráficamente, créanme que será poco probable que se les olviden, además se sabrán la lista de arriba abajo y viceversa.

Bien, he terminado con mis recomendaciones para que el cerebro se agilice, yo voy a ser la primera en seguirlas, es necesario.

Foto: jef safi

Ana Cristina Sánchez

Como dos gotas de agua

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Tener gemelos (y no hablo en doble sentido) es bonito. Es una emoción doble el hecho de ser madre o padre de dos criaturitas en vez de una; pero ¿por qué carajos, si ya son casi iguales, los tienen que vestir también de la misma manera? Ya mucho tenia con Phil y Lil, de la extinta «aventuras en pañales». Que si no era porque uno volteaba cuando decían su nombre no los reconocía (Hasta la voz era igual).

Los padres de los gemelos los reconocen fácilmente por detalles como una ceja más levantada que la otra, o un lunar en la parte baja del cuello, cosas que a simple vista uno no se da cuenta y no le toma tanta importancia. No sólo juegan con el “encuentra las diferencias”, ya que por disposición cuasi oficial, es necesario a veces verlos como bichos raros para diferenciarlos.

A todo esto me refiero cuando los gemelos son chiquitos y ellos no tienen jurisdicción alguna sobre su físico. Para colmo de males, si la genética ha jugado con ellos y los ha hecho a muy imagen y muy semejanza del otro, todavía a los padres se les ocurre la brillante idea de vestirlos, peinarlos y hasta ponerles los mismos accesorios.

Cosa que se vuelve bastante molesta (en mi caso) ya que se ve que la creatividad nada más no abunda en esa familia (los nombres también van parecidos, Cristian y Cristóbal por ejemplo) y demuestra también el amor por compran la ropa igual por montón; como en las caricaturas, pues ven una camisa verde y venga de una vez dos, así no se pelean, y que un sombrero azul, pues también venga y entonces así les compran toda la ropa por lo que parecerán fotografías siempre.

No sólo son iguales de las orejas para abajo, si no que un elemento con el que podrían jugar es idéntico: El peinado. Los dos van peinados de lado, ah pues tiene que ser el mismo lado sino pierden simetría, y de tan simétricos  dan dolores de cabeza. La carriola, el biberón, las toallas para limpiarlos, los cuartos, las cunas todo igual, de verdad eso pasa de simpático y deja una duda sobre que tantas ganas le muestran al desarrollo de la identidad del niño, ¿que se sentirá verse al espejo, y que veas lo mismo que cuando ves a tu hermano? Ha de ser preocupante… pero bueno gracias a alguien allá arriba, cuando crecen cambian los estereotipos y sale por fin la autonomía sobre ellos mismos, tomando decisiones sobre su imagen y empezando a revelar su estilo propio.

A veces se ven bonitos los gemelos, igual vestidos y todo, pero que no sea cosa de todos los días, esto sólo demuestra una fácil salida o pereza por la compra de vestuarios y accesorios. Volvemos a la doble alegría de ser padre de estas personas, qué mejor que cada uno con diferencia notables.

Foto: Toni Blay

Alejandro Cadavid

Auditorio Nacional

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Hace poco tuve la oportunidad de ir a un concierto en el Auditorio Nacional y les quiero compartir que me encantó la experiencia. No lo conocía y me fascinó. De entrada soy de esas personas que con todo se emociona y que con casi nada se aburre, entonces ya se imaginarán lo bien que la pasé.

Me habían contado muchas cosas de este lugar y pude comprobar que todas son muy ciertas, es muy grande, imponente, con una acústica maravillosa y estés donde estés sentado se ve perfecto.

El concierto que fui a ver fue el de Alejandro Sanz y de verdad que estuvo muy bueno, las canciones, las luces, los coros, los músicos, todo estuvo padrísimo.

Cantó canciones de su reciente material discográfico, pero no pudieron faltar las canciones viejitas o las que son todo un clásico.Sin duda hacía que se te enchinara la piel y que soltaras dos que tres lagrimitas.

Pero lo que realmente me llamó la atención fue la costumbre de la gente. El concierto empezaba a las 8:00 P.m. nosotros entramos alrededor de las 7:30 y estaba vacío. Conforme iba pasando el tiempo comencé a pensar que no se iría a llenar el Auditorio.

Eran 7:50 P.m. y fue a esta hora que la gente comenzó a llegar, bueno, para no hacer el cuento largo a las 8 en punto ya estaba aquello a ¡reventar! Todas las personas respetan los lugares de los demás, no hay de que alguien de sentó en mi lugar y lo tienes que parar para poderte sentar. Como los boletos están numerados puedes llegar si quieres 5 minutos antes de que comience el espectáculo y no tendrás ningún problema.

Si tienen la oportunidad de ir un día a algún show en el Auditorio Nacional háganlo, de verdad que lo recomiendo ampliamente.

Foto: Omar Omar

Jessica Ovalle Ávalos

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