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Memoria de risa

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*Basado en hechos más o menos reales.

– Y… ¿cómo ve a Chanito maestra?

– Precisamente para eso la mandé a llamar señora…

– ¡Ahora qué hizo este condenado chamaco!, no entiende maestra, no entiende; ya le dije a su papá el otro día que llamó del norte que lo regañe, pero no hace caso.

– No señora, no hizo nada malo, en realidad, lo que he notado es que tiene problemas para retener las cosas, no se le pegan pues, tiene mala memoria el niño.

– Ay diomio pero por qué será, de por si el chamaco siempre ha sido cabeza dura, no entiende maestra, no entiende, ya le dije que le aprenda algo a su hermano, ese sí salió rebueno pa´l estudio, hasta quedó en el CBTis…

– No señora, pues puede ser por muchas cosas, la alimentación, el estado de ánimo, el ambiente en casa, pero no se preocupe, estas cosas se solucionan.

– ¿De verdad maestra?

– Claro señora, mire por ejemplo, hay que ejercitar su memoria, el cerebro también es un músculo, y hay que fortalecerlo como a todo el cuerpo.

– Pasu…

– Entonces, mire, haga que se aprenda canciones de memoria, póngale trabalenguas y póngalo también a armar rompecabezas, no es necesario que gaste, los puede hacer con las cajas del cereal, usted se las corta en varias partes y él que las arme.

– Sí lo voy a hacer maestra.

– Sí, también haga que coma un poquito mejor, que tome leche y más cosas nutritivas y no tantas porquerías.

– Sí, maestra.

– Y también le podría dar Sukrol, dicen que es buenísimo para la memoria.

– ¿A poco sí maestra?

– Sí señora, que no ve que eso toman los artistas para aprenderse sus diálogos en las novelas.

– Ah, pues entonces si ha de ser cierto.

– Sí, además quiero que esté un poquito más pendiente de él, que lo acompañe a la hora de la tarea, que no lo deje ver tanta televisión…

– Sí, maestra, sí, está muy bien todo eso que me dice, pero le pido un favor, ¿no me lo podría anotar todo en un papelito?, es que luego se me olvida.

Foto: ‘smil

YouL

013 Los Metiches : Cilindrero

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Los Metiches platicaron con un cilindrero. Conocieron cómo opera y cuánto pesa el singular aparato. Como parte de nuestra historia, los cilindreros piden que se conserve la tradición.

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009 Pipis Planell : Una lección con amor

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Una anécdota de una familia que busca acercarse a su hija y las peripecias que vivieron para lograrlo, es lo que nos comparte Pipis en su Videoblog. Entérate de la lección que se dio, con amor.

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011 Alfredo Naime : La crítica perdurable

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Alfredo Naime nos comenta en su Videoblog lo que escribió hace 8 años: “Tuve oportunidad de ver una obra maestra. Me refiero a La habitación del hijo (La stanza del figlio), el film de Nanni Moretti que recibió en Cannes 2001 la Palma de Oro, su reconocimiento principal”.

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Corte silencioso

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Hoy me di cuenta de que mi espléndida cabellera ha crecido. Se empieza a complicar su acomodo. Mi decisión es irrevocable, no lo pienso poner a consideración de nadie: hoy voy a la peluquería.

Llego y está cerrado. La vecina me dice: “ya no tarda, espera… ¡Luchaaaaa!”. Con esos gritos, seguramente se apresurará a abrir, pensando que hay una emergencia por la caída de un meteorito o el aviso de un tsunami.

Efectivamente, la dama acude rápido al llamado. Abre la cortina y me pregunta “¿llevas mucho esperando?”. “No”, dije yo. “¿Cómo cuánto tiempo?” Dijo ella. “Como cinco minutos”, dije yo. ¿”Cómo lo quieres?” dijo ella. “Con la misma forma, pero más corto”, dije yo.

Tras el singular intercambio de cuestionamientos en cascada, decido caminar erguido hasta la silla para que te laven la maravilla capilar. Estoy seguro que algo no anda bien. La historia puede dar un giro inesperado. Algo que deseo y que me trajo hasta aquí, que es cortarme el pelo, puede convertirse en una pesadilla.

Siento le presión en la mirada de Lucha. El ambiente se tensa. Cuidadosamente abre la llave del agua caliente y me pide que me recueste para iniciar a aplicar el shampoo. Tengo un mal presentimiento. La espuma entra a mis oídos e impide que escuche lo que están diciendo en “Muevete”, con la entrevista que invita a lágrima, de Dana Paola.

Ahí está, ya vi que llenó sus pulmones. Lo está preparando. Lo va a ejecutar: “¿Te vas a ir de vaciones?”dijo ella. “No” dije yo.

¡Me lleva! Ya vamos a empezar con la plática. ¿Dónde carambas dije que tenía ganas de hablar? ¿Por qué hay la idea de que tengo ganas de intercambiar opiniones? ¡Vine a que me “pelaran”! De haber querido platicar, seguramente hubiera pasado por la señorita y estaríamos en un café. Entonces decidí elegantemente no dar pie al diálogo.

La trabajadora de la tijera insiste en la plática: “¿por qué no sales?”. “No tengo planes” respondo. Y entonces viene lo inevitable y se empieza a  responder sola. “¿Por? Te quedas con tu novia, o con la familia, no te dieron vacaciones” y una serie de afirmaciones que me llevan a tomar medidas extremas.

Mientras escucho un largo y tedioso “uauauauauaua”, ya que he bloqueado cualquier sonido que provenga de su boca, me decido a actuar. Sentado en la silla, con la respectiva bata, babero o como se llame, y ante el intempestivo ataque, haré gala de mi mejor arma.

Es entonces que cierro mis ojos. Impávida, la peluquera, no tiene más remedio que cerrar la boca y afilar la tijera. En unos 20 minutos simulo que despierto y listo. El tiempo pasa y lo logro. No hay más comunicación que para decir que sí cuando me pone el espejito. Ahora voy yo: “¿Cuánto le debo?”.

Pago, doy las gracias y me voy, con la información que recopilé de los chismes con la gente que espera turno y con los programas de espectáculos que escuché mientras fingía un profundo sueño.

Foto: Gerard Girbes

Manuel Frausto Urízar

Amos de las calles

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Si Usted está conduciendo por la calle, tiene que ir a cierto lugar y al llegar encuentra que está algo saturada de carros, decide dar una vueltecita y encuentra una calle medio despejada a dos cuadras de donde es el lugar al que tiene que asistir. Mira para ambos lados, revisa el retrovisor y no hay nada, no carros, no perros, no humanos, ¡NADA! pero en el momento preciso en que la palanca de velocidades entra y activa la reversa, de no-se-donde-demonios aparece como por arte de magia un distinguido personaje que ya anda haciendo señas para que se estacione bien.

¿De dónde y cómo carajos aparecen estos personajes mejor que Copperfield? Acá no lo descubriré, pero daré mi punto de vista. Los «viene, viene», «franeleros», «cuidacarros» o como les quieran llamar, son personas que me caen mal. No por el hecho de que cuiden los carros, sino porque creen que tienen el poder de la calle, incluso en tu propia acera. Un día te das cuenta que andan ganando dinero porque cuidan carros en tu acera y para colmo se molestan si tu ocupas tu propia banqueta, pues les estas quitando oportunidad de generar ganancias.

Llegas a una calle a las 6:30am y ya hay alguien ahí postrado esperando, en la calle no hay un alma, ni los pajaritos han emprendido su vuelo, ni cantan y ya está el señor cuidando sus metros cuadrados de cemento, como si estuvieran notariado a su nombre. Algo similar ocurre en las noches, ya no hay vida social, no hay nada y sigue esperando a cuidar el carro del que llega, no vaya a ser que no quepa  en la media calle que está disponible a tales horas.

La verdad, se les agradece que “se preocupen” por cuidar los carros y que hay algunos que hacen labor completa y hasta los limpian, lo que no me cabe es que tenga que ser obligatorio, algo así como una cuota más que hay que pagar por tener carro, (como si no hubiera que pagarle tres veces el carro al gobierno y sus múltiples dependencias) porque en el preciso instante que le dices que no tienes dinero cambia automáticamente el trato y sale a flote la mirada agresiva, que no te atraviesa un pulmón por puro milagro.

En Puebla las principales calles, las secundarias y hasta algunas de importancia nula están atiborradas de estos personajes, están en todas calles, lo que se vuelve más molesto aún, pues después de todo se va volviendo como un corporativo. El que termina siendo más “ingenuo” es el propietario del carro.

Insisto, el servicio es bueno, se les agradece, pero no tiene que ser obligatorio, a veces ni es necesario y uno es suficientemente capaz como para estacionar el carro sin que ellos te ordenen que lo tienes que dejar a 5 milímetros del carro de adelante, si no, no van a caber justamente 3 carros de 2.30 de largo en un espacio de 7 metros.

¿Serán todos primos? ¿Nacen con una predisposición de querer ser el rey del cemento? Ya ven no resolví las dudas pero mi alma cibernética ahora descansa.

Alejandro Cadavid

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