Un episodio grabado en la reta twittera denominada #GeekTour2 en la que el equipo #atGeek asistió a la ciudad de Puebla a enfrentarse a los #twittpopes y el equipo de «Estamos Al Aire«.
Estamos Al Aire se coronó campeón en este triangular.
Alguna vez me dijo Salim Chartouni –ex jugador del Puebla y comentarista deportivo- durante una “cascarita” con amigos: “bendito fútbol, gracias por regalarnos éstos momentos”. La frase fue labrada mientras un “gordito simpaticón”, veía cómo se acercaba el pasto a su cara, tras volver a la realidad y darse cuenta de que la “magia” de “Ronaldo” era propia del jugador brasileño, acompañada de la carcajada de 21 futbolistas presentes.
Se vuelve una actividad tan divertida, que sin duda, se agradece tener la oportunidad de hacerlo. Algo similar ocurrió el fin de semana en un encuentro futbolero que reunió a tres escuadras de talla internacional, para disputar la primera edición de la “Copa Sin Sentido”.
Desde el D.F. llegó el #atGeek .De Puebla, dos equipos: Twittpue y “Estamos Al Aire”. La crónica de los diarios deportivas sería la siguiente:
Ante un pletórico estadio “Angelópolis Sporting Club”, se realizó el triangular por la “Copa Sin Sentido”. En el primer duelo, los poblanos de vencieron con claridad a los vecinos del D.F. 6-2.
La técnica de los #twittpopes, el trabajo en equipo y la velocidad, fueron sus principales armas para avanzar al tercer partido. El sol que caía a plomo mermó el poderío del equipo defeño.
En el segundo encuentro, “Estamos Al Aire” saltó a la cancha con el firme objetivo de conseguir el triunfo y terminar con las posibilidades de los visitantes. La “marea roja” encontró un rival con determinación, pero una vez que se abrió el marcador, los goles vinieron en racimo. El marcador final fue 6-1 para “Estamos Al Aire”.
El ánimo de los presentes estimuló a los equipos que iban a disputar el título, toda vez que los del D.F. tenían que regresar a casa con una docena de goles, propinada por ambos rivales poblanos.
El partido final inició con ventaja tempranera para los siete escarlatas, que parecían tener bajo control a los rivales. Pero una rápida combinación de Twittpue, recortó la diferencia. El 2-1 había llegado y lo mejor estaba por venir.
La balanza se inclinó a favor de los de casa, cuando en un contragolpe bien trabajado, el defensa (@vj_jurado) metió la mano para evitar que el delantero (@winiberto) quedara frente al marco. El árbitro expulsó al zaguero y la falta terminó en gol.
La ventaja se incrementó para “Estamos Al Aire” 5-2 en los últimos minutos del primer tiempo. Antes del descanso, los roces del encuentro llevaron al juez mostrar la tarjeta roja a dos jugadores, uno por bando.
La parte complementaria inició y el camino se fue allanando para los rojos. Pero la expulsión del portero de “Estamos Al Aire” (@rockarlos) abrió la posibilidad para que, jugando cinco contra cinco, se acercaran impetuosamente. Pero el tiempo terminó y el marcador final fue de 10-4.
Así, “Estamos Al Aire” consiguió la copa –un cilindro rojo sin agua- y todo terminó como empezó, con aplausos, buena vibra, el reconocimiento y el agradecimiento para todos los participantes. Mención aparte para todos los que fueron a apoyar a las tres escuadras.
Fue un domingo distinto. Divertido, con tintes de “clásico” (eso se dice siempre que hay empujones y expulsiones) pero sin duda, con la convivencia que genera la “caprichosa” y los “guerreros” que defienden la causa, literalmente, con las “patas”.
Recientemente apareció un artículo del diario “Milenio”, sobre el honroso 2º. lugar que ocupa México en la práctica de cirugías plásticas. Me sorprendió saber que estamos por encima de Brasil, ya que en ese país se encuentra el mayor número de cirujanos plásticos y llevan la delantera en el tema.
El asunto no es que en nuestro país se realicen tantas intervenciones quirúrgicas para arreglar nuestros “puerquecitos” amorfos, sino que 2 de cada 10 operaciones las llevan al cabo charlatanes que no pasaron ni “plastilina 1” en el kínder. Con tal de embolsarse unos centavos (o “varos”, para Valero), ponen en riesgo la vida de quienes tienen la ilusión de verse mejor. Incluso hasta ofrecen servicio a domicilio. Imaginen un anuncio así: “Reduzca sus “bubis” en la comodidad de su hogar”, ó: “No asome su narizota, nosotros vamos a componerla”.
Todos y todas (mexicanos y mexicanas), sabemos que este tipo de operaciones no son una ganga, normalmente oscilan entre los 30 y los 100,000 pesos (no depende de lo descompuesta de la anatomía, sino del tipo de operación y del doctor que la realice y por supuesto en dónde, me refiero al hospital no a la parte del cuerpo), por lo tanto no cualquier persona puede darse el lujo y aquí es donde entra lo delicado del tema. Hacen su aparición personajes sin ética profesional y sin conocimientos, que por menos de la mitad de los precios mencionados anteriormente, atraen a los clientes y por desgracia muchos caen.
Estoy totalmente convencida de que si alguien tiene algún complejo o se siente inconforme con alguna parte de su cuerpo que no tiene el tamaño adecuado, debe hacer algo por remediarlo, sobre todo si puede, pero siempre analizando a fondo la situación. Hay cientos de cirujanos plásticos reconocidos y con mucha experiencia en nuestro país, incluso aquí en Puebla. Es preferible aguantar unos meses más con un bonito adorno entre las bubis (como el ombligo), en lo que ahorramos, para caer en buenas manos. Dicen que lo barato sale caro y en cuestión de la salud podría salir carísimo.
Lo mejor sería que nos aceptáramos como somos, nadie es perfecto. Quizá alguien esbozará: “es la persona menos indicada para decirlo”, y sí, efectivamente, pero créame que cuando ves en riesgo tu salud por un asunto de vanidad, te sientes realmente estúpida. Si no, pregúnteselo a la Guzmán, o a mí, es más directo.
Por cierto para quienes tienen duda, no me puse, me quité.
Recuerdo un bello tema de los 90 que decía: “yo pensó positivo”. La canción tenía un ritmo muy inspirador y animoso. Imagine usted, sorprendido lector, que al despertar todo lo viera con el cristal de “todo me saldrá bien”. ¿Será que el día será así?
Veamos. Hagamos un ejercicio para ver qué tan positivos podemos ser. Supongamos que son las seis de la mañana del lunes. El despertador nos alerta que si seguimos la “jetita” no llegaremos a tiempo.
Pero ¡seamos positivos e iniciemos el día! Con ánimo vamos camino al baño, con la mirada perdida entre “chinguiñas” y la tradicional comezón matutina que le indica a tu trasero que ya empezó la actividad. El mula frío de enero se carcajea de lo pequeño que eres ante su imponente fuerza. Te dispones a combatirlo con la “espada” del agua caliente. Pierdes la guerra. La pequeña flama que daría origen al huracán incandescente, se apagó con los vientos de la madrugada. A bañarse con agua fría, porque no dará tiempo.
Pero ¡seamos positivos! Tras vestirte y pensar que los pantalones se hicieron grandes, recuerdas que no es así, que el frío hizo su trabajo, pero ya regresará todo a la normalidad. Te subes al auto y te das cuenta que alguien se estacionó frente a tu entrada. Le tocas el timbre a la vecina, quien con bigotes de que recién tomó su café y restos de concha de fresa en la nariz, accede amablemente a mover su unidad.
Avanzas por las calles escuchando algo que te anime y te decides a que nadie cambiará la ilusión de ser positivo todo el día. Pero olvidas que hoy hay informe y que no puedes pasar por ahí. Las calles cerradas te obligan a circular por un atajo que sólo tú conoces. ¡Diablos! Alguien ha revelado tu secreto y otros 500 conductores se te adelantaron y congestionan la ruta.
Pero ¡seamos positivos! Aún con los imprevistos no vas tan mal de tiempo. La única cita que tienes para el viernes la cumplirás cabalmente. Llegas, te estacionas y esperas. ¡Recórcolis! No llega el personaje en cuestión. Esperas paciente hasta que te llama y te dice que tuvo una serie de contratiempos y que no podrá llegar, que está muy apenado y que lo disculpes.
Pero no te preocupas porque, seguramente el resto del día nadie te impedirá dejar de pensar positivamente. Total, hasta un reloj descompuesto es capaz de dar la hora correctamente dos veces al día. ¿Hay evidencia para ser pesimista?