Alfredo Naime
La semana pasada hice balance, en este espacio, de los films (recientes) que a mi entender fueron los mejores que pudieron verse en plataformas durante el año. Toca turno a los más destacados vistos en sala. Inicio con los siguientes seis, todos producidos en 2023…
Cuando acecha la maldad, de Demián Rugna. Cinta argentina de horror que fue la gran sorpresa del año. En alguna zona rural argentina, dos hermanos luchan por eliminar a un “embichado” (entiéndase, un poseído que está por “dar a luz” a un nuevo demonio), para evitar consecuencias terribles a sus seres queridos y comunidad. Sólo que, al intentarlo, sus acciones se salen de control y generan males mayores. Sumamente efectiva y original. Su horror realista es en verdad escalofriante. Los que se quedan, de Alexander Payne. Un profesor y un joven estudiante –problemático– que se guardan mucha antipatía, se ven obligados, entre fuertes tensiones, a pasar juntos (más la cocinera) las fiestas decembrinas, recluidos en el frío de un internado de Nueva Inglaterra. Película entrañable, tanto humana como graciosa, disfrutable a plenitud desde los referentes e imperfecciones de cada personaje. De ahí que las colisiones entre ellos tengan que ver tanto con sus propios límites y falencias, como con un pasado de heridas –a ratos life is a bitch— que te marca, sacude y determina. Vidas pasadas, de Celine Song. Dos doceañeros de Seúl que se gustan, son separados por la mudanza de ella a Canadá. 12 años después reconectan en redes sociales, lo cual cesa pronto. Discurren 12 años más, lapso en el que ella se casa. Justo entonces, 24 años después, él decide “vacacionar” en Nueva York, donde la dama reside. Por fin vuelven a verse –alegres, tímidos, confundidos– con lo potencial-emocional acumulado por tanto tiempo. Cinta rebanada-de-vida que no sólo lo es de fachada, sino justo en las honduras esenciales a que esa vida conduce: destino, identidad, búsqueda (connatural a la condición humana), y claro, a lo que pudo ser, con el debido respeto a lo que de hecho “es”.
Pobres criaturas, de Yorgos Lanthimos. En un ambiguo mundo bizarro en el que lo mismo caben la fantasía que mutaciones transgresoras, la joven Bella Baxter (Emma Stone) es “regresada” de la muerte por su protector, un científico, quien le implanta un cerebro de bebé discordante con la edad y madurez de su cuerpo. Pronto, la curiosa Bella se rebela del sometimiento y se marcha a conocer el mundo, lo cual la empodera para controlar su vida. Comedia audaz, provocadora, de ácidos apuntes sobre el patriarcado mal entendido y, en especial, sobre el florecimiento integral de la figura femenina. Anatomía de una caída, de Justine Triet. Un hombre aparece muerto afuera de su chalet, en los Alpes franceses. ¿Suicidio o asesinato? Las investigaciones no son concluyentes y se mantienen en muerte sospechosa, lo cual lleva a juicio a la esposa. Por su cercanía con el evento, inevitablemente se interroga al hijo ciego de ambos, de sólo 11 años. Drama sutil, pero intenso, que no requiere de mayores giros de tuerca. ¿Es culpable o inocente la madre, para el chico? ¿Cómo juegan el cariño y la moral, tratándose de la propia familia? ¿Qué de lo que piensas, sientes y cuentas a los demás es real, o apenas confusión o interpretación? El salón de profesores, de Ilker Catak. En una escuela alemana, una joven profesora de 6º grado descubre y denuncia a la administradora como autora de una serie de pequeños robos. De inmediato detonan consecuencias ingratas para la profesora, desaprobada por sus colegas lo mismo que por alumnos sin madurez ni contexto. En un clima de total desconfianza, la chica intenta seguir, aferrada a lo que cree correcto, al centro de algo ya más trascendente que defenderse a sí misma. Film para reflexionar: ¿en qué radican la verdadera educación y el rol de fondo del profesorado? ¿Desde dónde y hasta dónde la solidaridad, más allá de lo políticamente correcto? Y en especial, sobre el entendimiento fraterno de ese a quien educas, a pesar de casi cualquier circunstancia. (El balance concluye la semana próxima).