El hecho de ser publicista me permitió sentarme frente a una gran pantalla y disfrutar de unos 420 anuncios comerciales de los cinco continentes, sin remordimiento alguno.
Normalmente en nuestras casas ejercemos el zapping, y no aguantamos un corte comercial completo sin cambiar de canal, pero ¿qué pasa cuando se sienta uno con varios cientos de personas a ver por más de 5 horas las mejores ideas del mundo?
Bueno ese sentimiento tiene un nombre y se llama «Publívoros», un espacio donde se reúnen las personas hambrientas de creatividad con ideas «creativamente» hostigosas.
El evento abrió sus puertas en el Complejo Cultural Universitario al filo de las 7 de la noche, donde varios patrocinadores hacían méritos por llamar la atención de la gente y llenarlos de productos promocionales. Por supuesto salí con una bolsa llena de esos artículos: colgantes para el celular, llaveros, pelotas relajantes, libros, calcomanías, playeras, termos entre otros.
El evento consiste prácticamente en pasar un rato (bastante largo) agradable y lleno de energía viendo comerciales. Se da una pequeña introducción y se comienza a surtir de grandes porciones de originalidad; buenos, malos, raros, realistas, extraños e inentendibles, pero al final todos son comerciales con un toque único en su género.
Este año hubo un “invitado especial” y este fue El Medio Oriente, presentando una mejor cara de lo que conocemos acerca de ellos y explorando un poco sobre el arte que ejercen para vender.
Por otro lado yo siempre he pensado que la labor humanitaria que un publicista hace, es utilizar la misma fortaleza que vende productos, en una fuerza «comercializadora» de ideas -y este año no se quedó atrás- ya que se pudo apreciar una gran cantidad de anuncios generadores de conciencia social, y hubo muestras excepcionales de ello.
También ideas simples, pero graciosas, que atacan de manera cínica aspectos elementales de las relaciones humanas y verdaderas obras de arte en movimiento. (Vean links al final del post).
Después de ver más de 25 formas diferentes para vender un carro, 18 para cuidarnos del SIDA y de un gorila con experimentadas prácticas en el arte de tocar la batería, salí del evento con el cerebro licuado pero con un poco más de conocimiento sobre las diferentes culturas del mundo.
Acompañado de una bolsa llena de regalos y con una visión más clara de las nuevas relaciones empresa-consumidor, reflexioné que no sólo la publicidad nos cambia la percepción sobre algunas cosas, sino que cambia la forma de ver estos anuncios con cientos de personas que demuestran su aprobación o sorpresa.
Ya lo decía un tal L. J. Richard: “A la creatividad sin estrategia, se le llama arte. A la creatividad con estrategia, se le llama publicidad”.
De los mejores de la noche:
Photo: Ángel Álcala
Alejandro Cadavid