Gracias a ciertos puntos en mi vida, (situación económica, buscar independizarme, mucho tiempo libre, hambre de superación etc.) a estas alturas ya llevo bastante tiempo trabajando, y con ello he logrado aprender mucho, ya que en cada lado donde estoy, más allá de lo que se gana de dinero, también cuenta lo que se aprende.
A lo largo del tiempo me ha tocado vivir muchas experiencias; buenas, malas, regulares… pero de todo, algo se queda. Créanlo o no, en algún punto de sus vidas una determinada situación les recordará algo ya vivido y a su vez, seguirá alimentando esa parte del cerebro que hace que actuemos de una u otra forma, mejor conocido como formación de carácter.
Sin embargo a veces tocan trabajos aburridores, monótonos y estresantes, en los que el jefe lo ve a uno como un simple objeto creador de dinero y no como una parte importante de la empresa. Tanto en este caso, como en el de trabajar en una empresa donde todo es cuasi maravilloso, los pequeños detalles surten más efecto en nuestro subconsciente que el hecho de realizar la tarea principal por la cual estás ahí. Aunque a veces también te encuentras de frente con situaciones inesperadas.
De una u otra forma en mi largo paso por trabajos he conseguido experiencias interesantes y raras como ver a un famoso (bastante famoso) comprando mero vibrador para su pareja, creo yo. O ver cómo en una escuela importante donde se esfuerzan en decir que forjan el futuro académico de sus alumnos, tienen el aula de orientación profesional en un triste y sucio espacio debajo de las escaleras.
O qué mejor que descubrir las 8 formas diferentes en que preparan los huevos para el desayuno los gringos locos en un restaurante allá mismo. Saber que en los lugares más sanos y limpios abundan ciertos bichos difíciles de matar o ver con ojos propios lo que todo el mundo sabe: que una de las dependencias del gobierno que está para ayudar al pueblo, a veces se les va la mano en pura transa.
Todos esos puntos y algunos más, son cosas que no vas a conocer sentado en una oficina de 8 a 6 o sin salir de la casa, hay que ver un poco más allá de lo que se presenta frente a los ojos y prestar atención. A veces ese es el verdadero valor del trabajo, claro sabiendo de antemano que no sólo aprendes sobre cosas, si no que puedes conocer a gente especial y que se vuelve muy importante en la vida. Ahí es cuando uno debe decir: me gusta mi profesión, lo que no me gusta es mi trabajo.
Foto: Fernando Acosta
Alejandro Cadavid