Por invitación generosa de Manuel y Jess me integro a un equipo maravilloso de gente que ha decidido emprender una aventura que me resulta interesante y atractiva aunque el mundo cibernético e internético, en que se desarrolla me resulta incógnito y, naturalmente, esdrújulo.
En el fondo es el mundo de la comunicación por medios modernos y espero aprehender sus secretos; me esmeraré en aprender el uso de las llamadas redes sociales que están transformando el mundo (preguntar en Túnez o en Egipto) y así reanudar mi relación con ustedes, lectores y oidores, hoy también veedores, del espacio que ocuparé a partir de hoy, pero ténganme paciencia.
Yo soy el de siempre, un ciudadano de a pie que camina por la ciudad y por el mundo con los goces y los padecimiento de cualquiera que no sea poderoso: político, millonario, intelectual orgánico, ya me explico.
Un ciudadano de a pie es aquel que, por ejemplo, no fue invitado a la toma de posesión del nuevo gobernador pero disfrutará o sufrirá, según, las acciones y decisiones de dicho gobernador sin tener para donde hacerse, opción que tienen los sí invitados pues solo deben acercarse al origen de su invitación, cualquiera que este sea, para tener un trato sino privilegiado, menos riguroso.
Así que este espacio es nuestro, de los ciudadanos de a pie, aunque yo tenga el privilegio de conducir (ventajas de ser amigo de Manuel) lo que para mí es un compromiso que padezco más que disfruto pero que asumo con entusiasmo y con la esperanza de que participen conmigo. Sin ustedes esta labor no tiene sentido.
Trataremos todos los temas que resulten de interés por el motivo que sea, por novedosos, por impactantes, porque están de moda, pero sobre todo porque nos afectan, inciden en nuestras vidas, nos hacen felices o infelices.
Invitaremos y entrevistaremos a quien se deje. Yo actuaré con la ética (que me ha ocasionado tantos problemas en la vida) que es conocida por quienes me hayan seguido en otros medios, en otros momentos, en otros caminos.
Si notan alguna falla me dicen y con eso entiendo y corrijo, no hace falta que me insulten. Eso sí, les advierto que así como el de Chamacuero, Margarito Ledesma, es poeta involuntario, yo soy irónico involuntario así que no me lo tomen a mal ni se den por ofendidos.
Empezamos.
José Luis Pandal Vega
