Su andar es muy sensual. Se sienta para platicar. Cruza la pierna. Se pone cómoda para hablar de los detalles de su vida.
“Soy bella y seductora. Prácticamente nadie se resiste a mis encantos”, comenta tan segura que sus palabras retumban en las paredes que enmarcan su atractivo rostro.
– ¿Haces algún tipo de distinción?
– No. Me da lo mismo si es joven o maduro, soltero o casado, hombre o mujer. Sólo necesito que me den una pequeña señal, para hacerlos caer y así, se pierdan en mis encantos.
– ¿Hay casos en que hayas sentido rechazo?
– Algunas veces. Muy pocas, por cierto. Pero he tenido enfrente personas que son fuertes, que tienen la capacidad para identificar que en cuanto pierden poder y dinero, los dejo. Pocos son así, pero los hay.
– ¿El asunto se reduce a poder y dinero?
– Claro. Son elementos que acomodan todo para que yo entre en acción y me apodere de ellos.
Sin titubeos, con frases simples y contundentes, explicó que ha tenido bajo sus encantos a políticos, deportistas, comunicadores, profesionistas y más.
Todos, aparentemente, fueron felices con ella. Pero, sin excepción, terminaron derrotados, devastados, hechos pedazos. Se dieron cuenta de que ella no lo era todo. Que sin su compañía, les hubiera ido mejor al paso del tiempo.
Así es, casi irresistible. Sucede que su simple presencia, hace que los que eran agradables, se vuelvan pedantes. Que se sientan en la misma posición que podría ocupar alguna deidad. Que crean que no necesitan de nadie más. Que quien está a su alrededor está para jugar un papel secundario. Que todo lo demás, es lo de menos.
Eso los lleva a cometer errores. Pifias que serán muy costosas.
Termina la plática y agradece ser tomada en cuenta. Porque muchos la conocen -se mueve en las más altas esferas- pero nadie le había pedido dar detalle de ella.
Solicitó no revelar la identidad de los involucrados. Le aseguré discreción. Con su sonrisa de medio lado, cerró la charla: “bueno, aunque no digas los nombres. Soy tan envolvente que ellos mismos hacen notar que me tienen”.
Nos despedimos y le agradecí. Así, la atractiva, sensual e irresistible SOBERBIA, se despidió y abandonó el lugar.
Foto: • HOLY •