Editorial | Del pantano y sus habitantes

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[quote]´Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco al niño que pone el coco y luego le tiene miedo´.[/quote]

Este fragmento del famoso poema de Sor Juana vuelve a mi memoria siempre que surge algún conflicto entre un político típico y uno de esos vividores que pervierten el noble oficio de periodista.

Hace mucho que decidí no volver a mencionar por su nombre a ningún espécimen de esta fauna, nociva para la sociedad poblana, que son los mal llamados ´periodistas´ que viven de la extorsión y el chantaje, para no darles el eco que buscan, tratando de desviar la atención de sus pillerías a las críticas que les hacen; no es nuevo el método.

En el caso actual nadie se sorprende porque el extorsionador al que acaban de pillar con los dedos en la puerta, es conocido por su deleznable comportamiento, desagradecido y ruin hasta con quien generosamente le pago los estudios y alimento a su familia.

Además es aventajado alumno de otro chantajista, famoso, entre muchas tropelías, por aquel episodio en que fue detenido manejando ebrio y ´cesó´ a los policías al grito de ´no saben con quien se meten´, para después apelar a la solidaridad del gremio al declararse víctima de una trampa tendida por malvados. Nada nuevo, pues, la misma receta para sobarse el machucón.

Pero del lado de los políticos hay también una parte grande de responsabilidad en la degradación del noble oficio del periodismo.

Son ellos los que alimentan alimañas para atacar a sus enemigos, los que, cuando encuentran algún perverso sin escrúpulos, lo cobijan para beneficiarse de su veneno, los que ponen el coco que después los asusta; sería bueno que leyeran, aparte de balances personales con debe y haber de su dinero y su poder, alguna fábula como la atribuida a Esopo, de la rana que cruza al escorpión sobre su lomo para ser víctima del desagradecido en la otra orilla; la naturaleza de cada ser determina su comportamiento.

Ahora bien, por fortuna, en este pantano de la política y el periodismo hay quienes, como las garzas, lo cruzan sin mancharse el plumaje -parafraseando a Díaz Mirón-, aunque inevitablemente tengan que meter las patas en las miasmas en el ejercicio de su oficio para escudriñar en el comportamiento de los lagartos colmilludos y voraces de la política y los sapos venenosos de la mala prensa.

A las aves de largas patas, columnas de dignidad, y limpio plumaje, que afortunadamente existen en el periodismo mexicano, los saludo con admiración y respeto.

José Luis Pandal

El comentario ácido, irónico, informado y puntual de José Luis Pandal, que aborda temas políticos y de la vida cotidiana.

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