Temprano, para lo acostumbrado, empiezan las campañas para buscar la presidencia de la república en 2018. Parte de la explicación a este fenómeno podría ser la debilidad del gobierno actual que deja huecos que, según la definición clásica del poder, siempre se llenan. Aunque también es cierto que, contario a lo anterior, esta actividad futurista distrae al ciudadano del aquí y ahora y lo enreda en especulaciones que sirven al régimen para actuar sin rendir cuentas. Usted decida que razonamiento le resulta más certero.
Por lo pronto, tenemos tres anteprecandidatos, por llamarlos de alguna manera que no contravenga la ley: Andrés Manuel López Obrador, por Morena, su partido político y por «la izquierda» que define a muchos o a ninguno, según queramos entenderla; Margarita Zavala, por el PAN (dice ella, pero es imposible) o por la «sociedad» que supongo integra a sus hermanos -Hildebrando vive, el algoritmo sigue – y demás parentela acomodada en el erario por la «generosidad» de su marido; Miguel Ángel Mancera por el PRD – zurrón que parece la mismísima víbora pero que no contiene vida alguna – o por los «ciudadanos independientes» esos que inventan los medios masivos de comunicación a modo de extras cinematográficos y cobran por crear una escenografía que arrope a un personaje principal que es solo eso, un simulador sin sustancia.
Empezando por el último, es claro que Mancera, hombre con suerte que llegó adonde nunca hubiera soñado por los acuerdos cupulares del 2012, no tiene ninguna oportunidad; su gobierno ha sido un desastre y su popularidad se mide cabalmente por el resultado de la elección del 2015 donde sus candidatos (los en verdad suyos, que todos conocen) fueron repudiados. Es lo que en inglés se llama «a patsy», un distractor engañabobos que será utilizado como convenga, si conviene.
Margarita Zavala es ejemplo de que la ambición no tiene límite y enceguece a cualquiera. Los Calderón no desean ver que la mayoría de los mexicanos no los quiere, que su sexenio fue doloroso y terrible para muchos – decenas de miles de muertos y millones de pobres, como saldo -, que los pocos que fueron muy beneficiados, sus familiares en punta, no representan a la masa ciudadana. Aunque en realidad lo que esta pretendida candidatura busca es cimbrar al PAN y recuperar espacios que, yo creo, nunca verán volver. Lo mejores valores del PAN se pudrieron con Calderón y Fox.
AMLO se equivocó al formar un partido político y no fortalecer un movimiento ciudadano plural e incluyente. También se equivoca al definir a su organización política como de izquierda. Esta en México no existe como postura política de masas y Morena no es, ni en sus estatutos ni en su realidad cotidiana, un organismo de izquierda; lo único que consigue es aislarse de las mayorías y exponerse a la crítica malintencionada y destructiva de sus muchos adversarios.
Falta mucho para el 2018 y los ciudadanos no deberíamos caer en el truco de los magos de la manipulación que distrae de lo actual. Vigilemos la actuación de los que están. Y esperemos, con Fe Guadalupana, que surja un auténtico líder con visión de Estado en algún futuro cercano.
