La semana pasada hablé aquí de La llegada, de Manos de piedra y de La chica del tren, de mejor a menor; las tres siguen en cartelera (al menos hasta hoy que escribo), sumándoseles Café Society, de Woody Allen, actuada por Jesse Eisenberg, Kristen Stewart y Steve Carell, a propósito de una historia –relativamente menor– de amores y desamores, en el marco del Hollywood y el Nueva York de los años 30s. Todo inicia en Los Ángeles: Bobby, el personaje de Eisenberg, se enamora de Vonnie (Stewart), chica que a su vez mantiene un affaire con el poderoso representante de estrellas Phil Stern (Carell), quien no sólo es casado sino además tío del ingenuo Bobby. El resto de la trama se traslada a la Gran Manzana: lastimado, Bobby se dedica a administrar el nite-club de su hermano Benny –un mafioso de medio pelo– en un intento de olvidar su fallido romance. Prospera, se casa y encarrila su vida; hasta que una noche (un poco a-la-Casablanca) Vonnie aparece por el lugar, acompañada de su marido y dispuesta a hacerle plática. Confieso que de estar ahí Sam interpretando “As time goes by”, no sé lo que habría pasado.
Comedia de tintes melodramáticos, Café Society es una cinta bastante aséptica (sin incluir los excesos de Benny y sus hampones) que está lejos de contar entre lo mejor de Woody Allen. Cierto que su elegancia y su atmósfera de nostalgia la hacen grata, pero eso no alcanza para que en ella florezca alguna trascendencia. Sin embargo, presenta cosas sobresalientes: la fotografía de Vittorio Storaro, muy acorde al tono y época de la película; la actuación de Kristen Stewart, que entrega una Vonnie al mismo tiempo frágil que firme, igual dubitativa que decidida, termómetro de los eventos que la circundan; el soundtrack, que es una auténtica delicia con temas como “I only have eyes for you”, “The lady is a tramp”, “Rapsodia sentimental”, “This can’t be love” y “More than you know”; y desde luego, el atractivo siempre presente en los films inmersos en el mundo del star system, en especial cuando se trata de uno dirigido por Allen. Entonces, motivos hay para ver Café Society, a despecho de lo ya mencionado: su status de cinta mediana en comparación con otras de la impresionante y prolífica filmografía de su director.
Por cierto, en plan de “trivia” son varias las cosas que pueden comentarse de Café Society para complementar. Por ejemplo, que el rol de Phil Stern originalmente no fue de Steve Carell sino de Bruce Willis, pero Allen lo despidió, disgustado por su mal comportamiento durante el rodaje. Además, que Café Society es la primera película que Woody Allen realiza digitalmente, la primera en la que trabaja con Vittorio Storaro y su tercera en abrir un Festival de Cannes, tras de hacerlo El ciego en 2002 y Medianoche en París en 2011. Ahora bien, Allen sigue filmando a sus 81 años; ahora mismo se anuncia en etapa de postproducción su nueva cinta –mencionada sólo como “Untitled Woody Allen Project”— con un cast que incluye a Kate Winslet, Juno Temple, James Belushi y Justin Timberlake. No hay mucha información al respecto, excepto que se trata de un drama de época ubicado en Nueva York durante los años 50s, con fotografía de Vittorio Storaro nuevamente. Qué bueno por Woody Allen y qué bueno por nosotros los cinéfilos, pues finalmente hablamos del tipo que nos obsequió gemas como Annie Hall, Interiores, Manhattan, Zelig, La rosa púrpura del Cairo, Crímenes y pecados, Match point, Vicky Cristina Barcelona y Medianoche en París, por mencionar sólo algunas. Y sí, del tipo al que debemos sentencias memorables como estas: “No temo morir, pero no quiero estar ahí cuando suceda”; “No me interesa alcanzar la inmortalidad a través de mi obra, sino a través de no morirme”; “El dinero es mejor que la pobreza, pero sólo por razones financieras”; y esta, una de mis favoritas: “Me echaron de la Universidad de Nueva York por copiar en el examen de Metafísica; me asomé al alma del chico sentado al lado”.
