Ya celebrada la entrega del Oscar –y conocidos sus resultados– siguen en cartelera la mayoría de los films nominados, con el hecho a destacar, para que no pase desapercibido, de que entre ellos exhibe Free Solo, el documental galardonado. Dirigido por Jimmy Chin y Elizabeth Chai Vasarhelyi, su personaje es Alex Honnold, la primera persona en subir la ladera conocida como El Capitán –de 915 metros, en Yosemite– sin cuerdas ni equipo de seguridad, lo que tradujo para los especialistas como quizá la mayor hazaña en la historia de este tipo de escalada. Free Solo no sólo ganó el Oscar, sino también el premio BAFTA a mejor documental y el premio del público en el Festival Internacional de Toronto. Ojalá sea mucha la gente que lo vea (lo cual sería un hecho de llamarse Han Solo en vez de Free Solo).
¿Y de qué películas esperábamos más estatuillas? Claramente de La favorita, que de su decena de nominaciones sólo recogió –en la que no precisamente era “la favorita” (ejem)– esa a mejor actriz, gracias al estupendo trabajo de Olivia Colman. También de El Vicepresidente, que únicamente obtuvo el Oscar a maquillaje –sobra explicar por qué– sin suerte en sus otras siete nominaciones. Y lo mismo de El infiltrado del KKKlan, que creo yo daba para más, sólo galardonada en cuanto a guion adaptado a pesar de su nominación en otras cinco categorías. Por cierto (sin abuso del término), estaba “cantado” el Oscar para Shallow (de Nace una estrella) como mejor canción; y me parece que también –sin la matraca en la mano– para Alfonso Cuarón como mejor director, sin obviar que Guerra fría bien pudo escamotearle a Roma la estatuilla a mejor film en lengua extranjera. Y si de gustos se trata, personalmente lamento que El regreso de Mary Poppins no haya ganado ninguno de los reconocimientos a diseño de producción, vestuario y música original, adjudicados los tres a Black Panther (ya saben: “lo mío lo mío” no es el cine procedente del universo Marvel o de los comics en general).
Sin abandonar el tema de películas aspirantes al Oscar –si bien con un perfil más bajo que el de las mencionadas arriba– también exhibe ¿Podrás perdonarme?, de Marielle Heller, nominada a mejor actriz (Melissa McCarthy), a mejor actor de reparto (Richard E. Grant) y a mejor guion adaptado. Basada en hechos reales, recoge eventos de la escritora Lee Israel –autora de libros sobre celebridades– quien incurre en falsificaciones literarias cuando sus textos dejan de venderse. Y sí, en efecto, la estatura que la cinta llega a alcanzar tiene de origen el notable desempeño de McCarthy como una mujer fuerte y frágil al mismo tiempo, cuya crisis financiera la orilla a acciones desesperadas y hacia terrenos impensados. Ese trayecto, al que por azar se suma (como comparsa) un cuasi-desconocido incluso en peor momento, justo es la conmovedora línea emotiva a seguir, con alternativas etapas de riesgo, euforia, desencanto –pero nunca remordimiento– que perfila al personaje de Lee Israel desde el rostro (pleno de sensaciones) y el sentimiento interpretativo de Melissa McCarthy. Así, ¿Podrás perdonarme? se concreta como un retrato personal –muy contenido– sobre el peso de las circunstancias en la vida de una persona, más que como el mero recuento de un caso criminal. Una película en verdad sobresaliente, que de fachada posiblemente no lo parece tanto.
Y para terminar, menciono brevemente un par de títulos por estrenar, como la cinta paraguaya Las herederas, del asunceno Marcelo Martinessi, drama de personaje que presume 30 triunfos internacionales en Festivales como Atenas, Berlín, Cartagena y San Sebastián. Por igual, el drama de misterio Obsesión (Serenity), de Steven Knight, cuyo reparto es muy atractivo, con Anne Hathaway, Matthew McConaughey y Diane Lane. Tan distintas como son, ambas son películas que se antoja ver.