Mientras nos guardamos en casita (II)

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En la columna de la semana pasada propuse un listado de siete películas, como una opción más a compartir con los nuestros durante el tiempo que debamos permanecer en casa. Films con los rasgos y méritos para entretenernos y aligerarnos, entendiendo que siempre hay diferencias de personalidad y gustos. Esos títulos fueron: El club de los cinco, Realmente amor, Spanglish, En Brujas, ¿Bailamos?, De libros, amores y otros males y Moneyball: el juego de la fortuna. Sumo aquí cinco más; ojalá sean referencia útil.  

Pride: orgullo y esperanza (Pride; 2017), de Matthew Warchus. Basada en hechos reales de 1984 en el Reino Unido. Durante la huelga –y lucha– del Sindicato de Mineros contra decisiones de Margaret Thatcher, de manera insólita son activistas gays quienes brindan a esos trabajadores un profundo apoyo incondicional. Cinta permeada por dosis precisas de humor y ternura, de fraternidad y compromiso, que la alejan de lo estrictamente anecdótico para darle un rostro humano genuino, imprescindible para entenderla con la hondura del caso y no como mera ocurrencia curiosa. Contiene una escena inolvidable, que resume la fuerza y sinceridad de la solidaridad entre estos dos sectores “distantes”: en un momento de desesperanza, una chica –conmovida– canta Bread and Roses con dulzura y convicción (y ya verán ustedes lo que sigue). Un momento que te anuda la garganta. 

Amor sin escalas (Up in the air; 2009), de Jason Reitman. Un tipo que literalmente vive en los aviones, viaja de un lado a otro para cumplir el trabajo para el cuál es el mejor: despedir gente. Es además un convencido de los inconvenientes de las relaciones duraderas; pero siempre hay una mujer (o dos) que te cambia la perspectiva. Espléndidas actuaciones, una inteligente historia contemporánea, y conclusiones que rescatan a los valores de familia como lo indudablemente principal, en un mundo y una época que amenazan en la dirección contraria del individualismo sin compromisos.

Perdidos en Tokio (Lost in translation; 2003), de Sofía Coppola. En Tokio, un actor venido a menos y una recién casada se encuentran, ambos insatisfechos con su vida vigente. Se tornan soporte anímico del otro y, poco a poco, crece entre ellos un sentimiento distinto –de atracción– a pesar de la amplia diferencia de edades. Una suerte de romance apenas latente, atípico, conmovedor, que encuentra la resolución perfecta. Melodrama subyacente, conmovedor, divertido, que desde luego es sutil pero no lo inofensivo que parece. 

Perfectos desconocidos (Perfectos desconocidos; 2017), de Alex de la Iglesia. Un grupo de amigos –tres parejas y uno más– se reúnen en noche de luna “de sangre”. Por hacer algo diferente, deciden que cuanto llegue a sus celulares durante la cena queda al alcance de todos: llamadas, mensajes, whats, fotos, etc. Las consecuencias (que nadie anticipa) son espeluznantes. Provocadora, inteligente comedia negra (filmada en su mayoría en el limitado espacio de un comedor y una sala de estar), que a fin de cuentas versa sobre ciertas facetas de la naturaleza humana. Jamás se percibe teatral, además de que el perfil de los personajes está cuidadosamente desarrollado. Si acaso, su giro final no parece confirmar la envalentonada adrenalina previa. (Ojo: mi comentario se refiere a la versión española). 

Juno (Juno; 2007), de Jason Reitman. Juno MacGuff está embarazada a sus 16 años y el padre es un tímido compañero de escuela sin pinta de jefe de familia. No sintiéndose preparada para ser madre, Juno encuentra (ejem, por internet) a la pareja “ideal” para darlo en adopción. El encanto de esta película radica en la sencillez y naturalidad con que asume su argumento, sin trivializar el punto de partida. Es graciosa en las mejores formas posibles; sensible, nunca sensiblera; original, sin caer en lo irresponsable; y hasta valiosa –desde su engañosa fachada de cinta sin pretensiones– porque valora a cada personaje por sus equivocaciones y no por sus aciertos. (Cuidémonos pues; ya falta menos).

Alfredo Naime

Comentarios, recomendaciones y consejos para apreciar el séptimo arte, vertidos por el más reconocido crítico de cine en Puebla y zonas aledañas. Disfruta su videoblog.

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