Ridley Scott está por cumplir 84 años; justo cuando tiene una veintena de proyectos cinematográficos en puerta, en diferentes etapas: filmándose, completándose, por entrar a producción o anunciados. Entre ellos, Gladiador 2 y una precuela de Alien aún sin título. Porque, en efecto, todos sabemos que Scott es el realizador de Alien: el 8º pasajero (1979), Blade runner (1982), Thelma & Louise (1991), Gladiador (2000) y Prometeo (2012), películas principalmente “culpables” de la celebridad del nacido en el condado de Durham, Inglaterra. Ahora mismo exhibe en Puebla su film más reciente, El último duelo, drama histórico ubicado en tiempos de Carlos VI de Francia. No lo he visto al escribir esto; en cambio, en esta columna recupero fragmentos de lo que en su momento escribí sobre otras cuatro cintas de Scott, para una mayor cercanía con él y con El último duelo.
Prometeo. Cinta sci-fi de factura impecable que no sólo es un divertimento muy completo, sino que presenta además inquietantes preguntas sobre el origen de la vida humana. Se ubica en la última década de este siglo. El hallazgo de una pintura prehistórica, interpretada como una suerte de mapa/destino, detona el viaje de un grupo de científicos hacia las lejanías del universo, en busca del planeta génesis de la vida. Lo encuentran; pero también todo eso que aleja a la película de ser 2001 Odisea del espacio, para ser (en efecto) Alien revisitada: una fauna –digamos– que da lugar al thriller de horror que finalmente se devora la pantalla. Éxodo: Dioses y Reyes. Christian Bale hace a Moisés, para una nueva mirada al épico relato bíblico de su papel para liberar al pueblo hebreo de la esclavitud de siglos a que le sometió el Egipto faraónico. Una ambientación detallada y efectos visuales de primera no consiguen, sin embargo, dotar de pasión más palpable al conflicto; extraño, siendo ésta la historia perfecta para narrarse con fuego. No sobra verla sin embargo, justo por los sucesos que ilustra. Como antagonista de Bale, Joel Edgerton encarna a Ramsés.
Misión rescate (The martian). El regreso de Ridley Scott al espacio sideral. Su reparto es de primera, con Matt Damon, Jessica Chastain, Chiwetel Ejiofor, Kate Mara y el infalible Michael Peña, entre otros. El punto de partida es tan apasionante como inquietante: en Marte, el accidente provocado por una inesperada tormenta hace abortar la misión de un equipo de astronautas. Asumiendo que Mark (Damon) –uno de ellos– ha muerto, los demás emprenden el largo regreso a casa. Pero Mark está con vida; y ahora, también solo, con mínimos recursos y provisiones, sin posibilidad alguna de comunicarse, abandonado a su suerte a millones de millas de la Tierra. Ahora bien: por extraño que parezca, todo eso que viene después no se siente como una gringada imposible. Alien: Covenant. Año 2104; la nave colonizadora Covenant va en ruta hacia un planeta a muchos años de distancia, que será el nuevo hogar de sus más de 2000 pasajeros. Siete años antes de llegar, la tripulación descubre un planeta distinto –desconocido– cuyas “mediciones” arrojan mejores condiciones para la vida que las del destino original. Contra todo protocolo, la Covenant se desvía para “echar un vistazo” y confirmar si es un hábitat mejor. Lo que encuentran convierte a la película en un thriller sci-fi de horror, con la tripulación luchando por escapar para sobrevivir. Cinta muy interesante (pensada como secuela de Prometeo), que carece de “paja”: todo en ella tiene una justificación dramática y jala eficientemente la trama hacia adelante. Su principal intención parece ser la de operar como una suerte de versión síntesis de la saga, tomando en esencia de Alien y, por naturaleza, de Prometeo. (Y, ¿saben? Existe un corto de 5 minutos, Alien: Covenant-Prólogo: última cena –dirigido por Luke Scott, hijo de Ridley– que es una “precuela directa” de la película. Se ocupa de la última cena de la tripulación, antes de entrar en el proceso de criosueño necesario para el larguísimo viaje). En fin, toca ver ahora, lo antes posible, El último duelo. Ya platicaremos.
