Comedia del multiverso, drama de holocausto
Si en este momento hay en cartelera una película que sorprende a los espectadores, para bien o para mal, esa es, sin duda, la comedia Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything everywhere all at once), dirigida por “Daniels” –Dan Kwan y Daniel Scheinert– complicada de describir y muy diferente a casi todo lo que uno haya visto. Más que argumento, tiene punto de partida: en medio de ciertas crisis de negocios y relacionales (con su familia inmersa en ambas), la clasemediera china de mediana edad Evelyn (Michelle Yeoh) descubre ser parte central de una intriga en diferentes escenarios del multiverso, y la única que puede salvar la situación antes de la total destrucción de esas sus “realidades” alternas…o algo así. A partir de esto, el boquiabierto cinéfilo se topa justo con eso: con todo, en todas partes, al mismo tiempo, en una película “montaña rusa” que o disfrutas a muerte o eventualmente rechazas (no hay posibilidad de medianías), según como te haya alcanzado la bizarra propuesta del par de locuaces realizadores. Así, sin operar como un film narrativo –lo cual no todos toleran– Todo en todas partes al mismo tiempo asume como estrategia la de “una sorpresa tras otra”, catalizada desde un humor irreverente y efectivo, en el marco de una factura impecable, a pesar del ritmo vertiginoso que requiere la estrategia descrita. En síntesis, una genialidad delirante, por completo imaginativa, que como dije no es para todos los paladares, pero sí, mayoritariamente, para quienes gustan del riesgo y la excitación de formas diferentes. Por eso alcanza altas calificaciones –81 y 83 (sobre 100)– de crítica y público respectivamente, en las mediciones de la IMDb.
Por otra parte, la cartelera vigente también ofrece el drama Adiós Sr. Haffmann (Adieu Monsieur Haffmann), de Fred Cavayé, adaptación de la pieza teatral homónima. En 1941, en la Francia ocupada por Alemania, el joyero judío Joseph Haffmann (Daniel Auteuil) se adelanta a las detenciones nazis y consigue enviar a su familia a zona segura, prometiendo alcanzarles en pocos días, después de la venta de su negocio. Esa venta –más bien de fachada– la hace a su honesto empleado Mercier (Gilles Lellouche), pactando que en cuanto los Haffmann puedan volver, la joyería le será regresada. Pero Joseph no puede salir de París al estrecharse los controles alemanes, con lo que debe permanecer oculto en su propia casa, que ya ocupan Mercier y su esposa (Sara Giraudeau), según el trato. Durante esos largos meses, en medio de la diaria amenaza nazi, la relación entre estos tres cambiará dramáticamente, tanto por decisiones propias como por eventos que no controlan, marcándose sus vidas. Adiós Sr. Haffmann está principalmente tratada como retrato de personajes y no como crónica de eventos de guerra, lo que da lugar a la exploración de temas (vinculados) más desde lo íntimo, como sacrificio, solidaridad, supervivencia, añoranza, pero también lo que desprende del miedo y el peligro: las desesperanzas, dudas, falencias y equivocaciones de la naturaleza humana. Una película tensa, sofocante a ratos, no del todo lograda, pero seria y enfocada, para una reflexión más del sinsentido criminal y vergonzante de los sucesos y consecuencias del holocausto. Tiene una suerte de “moraleja” final que, siendo demasiado obvia, termina por justificarse como cierre. De cómo la acepte cada cinéfilo depende, en buena medida que el film le guste más o menos.
Finalmente, decir que no he podido ver Teléfono negro (The black phone), la otra cinta que hoy día acapara bastante atención del público, de la cual escucho buenas cosas por todos lados. Cual se sabe, su director es Scott Derrickson, quien no es un novato en el cine de horror después de films como El exorcismo de Emily Rose y Siniestro. El tipo recién estuvo entre nosotros, en el FICG 37, impartiendo la masterclass Creando mundos de obscuridad: un viaje a través de la creación de cine de horror y fantasía. Espero reportar en breve sobre Teléfono negro.