Sobre el poder en el cine

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Alfredo Naime

Han pasado cinco décadas desde la producción de El Padrino, referente icónico en torno a la noción de poder y sus vericuetos, explorada por igual en centenas de cintas más, como núcleo y/o esencia de sus argumentos. Elijo cuatro aquí, para recordar alguna escena, algún segmento, o incluso su identidad global, para ilustrar la manifestación del poder –y unas cuantas de sus facetas– en la pantalla grande. Justo comienzo por El Padrino, en esa rotunda sugerencia de lo que detentar el poder significa; aquel momento en que un colaborador se acerca al Don Vito Corleone, para informarle que el productor de cine al que se visitara ha dicho “no” a una cierta solicitud. La respuesta de Corleone, susurrando y en calma, es: “Le haremos una oferta que no pueda rehusar”; la escalofriante convicción del poderoso, que se sabe poderoso y ejerce como tal. Muy poco después, Jack Waltz, el productor hollywoodense en cuestión –al lado de su hermoso “pura sangre” Khartoum— sabría exactamente a lo que Corleone se refería con “una oferta que no pueda rehusar”.

Tres décadas antes de El Padrino, Orson Welles entregó, en Ciudadano Kane, la historia del millonario Charles Foster Kane, poderoso magnate de una cadena de medios. Justo por ser eso –millonario y poderoso– resulta regocijante esa temprana escena del film en la que recibe la queja de uno de sus administradores. El tipo le informa que el Inquirer, su periódico, ha perdido un millón de dólares el último año, por el manejo político (y no comercial) ordenado por Kane. Irritado al principio, socarrón después, la respuesta del patrón es: “Tiene usted razón. Perdí un millón de dólares el año pasado; espero perder un millón de dólares este año, y espero perder un millón de dólares el próximo año. ¿Sabe señor Thatcher? A este ritmo de perder un millón de dólares cada año, me veré forzado a cerrar el Inquirer en…60 años”.

Petróleo sangriento, de Paul Thomas Anderson, es quizá la Ciudadano Kane del siglo XXI. El American Film Institute la llamó “un poema épico de salvajismo, optimismo y obsesión, que resulta una verdadera reflexión sobre EEUU al explorar con hondura el obscuro corazón de ese capitalismo en el que el dominio –no las ganancias– es la meta definitiva”. Su protagonista, Daniel Plainview, en algún momento del film exclama, delirante: “¡Hay todo un océano de petróleo bajo nuestros pies, y solamente yo puedo llegar a él!”. Arranques de este tipo ilustran la certidumbre y sentimiento de su poder, como sea y ante quien sea. No es pues gratuito el título original de la película: There will be blood, que no deja lugar a dudas.

En 1993, Jim Sheridan llevó a la pantalla –titulada En el nombre del padre— la historia real de Gerry Conlon, joven simpatizante del Ejército Republicano Irlandés, acusado por Londres de un ataque terrorista que no cometió. Forzado por la policía a declararse culpable, su confesión –aunque obligada– le significaron, igual que a su padre y amigos, 15 años de prisión antes de que una abogada, convencida de su inocencia, pudiese ayudarle. En el nombre del padre ilustra el largo brazo del poder –no de la ley– aplastando a un hombre, y a su círculo cercano, no por ser culpable, sino (en este caso) por ser irlandés, por ubicarle como revoltoso y por la necesidad de tener un chivo expiatorio. Cuando Gerry Conlon es liberado –5,500 días después– sus primeras palabras en la calle son: “Siendo inocente, pasé 15 años en prisión por algo que no hice. Vi morir a mi padre en una cárcel británica por algo que no hizo, y este gobierno sigue diciendo que es culpable. ¡Quiero decirles que hasta que mi padre y mis amigos sean declarados inocentes, hasta que los verdaderos culpables se traigan ante la justicia, voy a seguir peleando! ¡En nombre de mi padre y en nombre de la verdad!”. (Ya habrá ocasión de otra reflexión sobre este tema, aludiendo a la brasileña Ciudad de Dios, y a la mexicana Colosio: el asesinato).

Alfredo Naime

Comentarios, recomendaciones y consejos para apreciar el séptimo arte, vertidos por el más reconocido crítico de cine en Puebla y zonas aledañas. Disfruta su videoblog.

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